Blandengues de Buenos Aires

Hacia 1750 se había producido una deserción masiva de los milicianos que custodiaban los fortines de la frontera, que estaban a ración y sin sueldo, y se produjeron nuevos malones indígenas.

En respuesta a ese pedido, en un acuerdo celebrado por el cabildo el 5 de febrero de 1751 se habló: de los grandes daños y perjuicio que hacían los indios infieles, hostilizando, matando y robando en las fronteras, por lo que al producierse malones en 1751 se decidió crear tres fuertes con tres compañías.

Continuaba el acuerdo del cabildo expresando que se debía ...

Formar un fuerte en cada uno de los parajes señalados con alojamiento para la gente, Capilla y vivienda contigua para un religioso que se solicitará para que asista, diga misa y administre los santos sacramentos ...

[2]​ Según Félix de Azara (en 1796), Andonaegui llamó blandengues a la primera compañía creada porque al pasar la revista en esta plaza, blandearon las lanzas.

Aunque permitió que continuaran las compañías si los vecinos las costeaban, recomendando el poblamiento de la frontera.

Entre 1753 y 1756 las compañías de blandengues participaron en la Guerra Guaranítica en las Misiones Orientales.

En su memoria al siguiente virrey Juan José de Vértiz y Salcedo expresó:

[5]​ Si bien eran en un principio principalmente lanceros, Vértiz los reforzó con sables, mosquetes, carabinas y pistolas.

En un estado de fuerza emitido por Francisco González Balcarce en 1792 se consignó: 6 capitanes, 6 tenientes, 6 alféreces, 7 capellanes, 24 sargentos, 6 tambores, 46 cabos, 12 baqueanos, y 310 soldados, 96 milicianos y 12 artilleros.

Luego Quintana fue trasladado a Montevideo con 200 hombres en previsión de un ataque británico.

Otro cuerpo similar se ubicó en Montevideo incluyendo 50 blandengues de Buenos Aires.

Olavarría tomó el mando de las fuerzas debido a su grado militar.

Fueron trasladados a los pontones del río Támesis en Londres, principalmente los veteranos.

Cuando el Reino Unido entró en alianza con España, Ruiz Huidobro y otros oficiales, entre ellos los blandengues Quintana y Marcos Balcarce, fueron retornados a Montevideo en la fragata "Prueba".

Unos 30 oficiales retornaron al Río de la Plata en la fragata La Estrella y otro barco, mientras que los soldados quedaron en España.

[6]​ Entre los que retornaron se hallaban: Nicolás de Vedia, Juan Zufriategui, Mariano Miller y Alagón, Antonio González Balcarce, Diego González Balcarce, Marcos González Balcarce, Teodoro Abad, Gregorio Manuel Mons, Sebastián Pizarro y José Rondeau.

Olavarría no se incorporó a la expedición, pero si lo hizo el sargento mayor José Ildefonso Machaín.

Su misión consistió en cruzar a Chile por el Paso del Portillo y sorprender a la guardia realista del fuerte de San Gabriel en el Cajón del Maipo, a pocas leguas al sur de Santiago de Chile.

Lemos practicó el cruce por la cordillera por el boquete de Piuquenes pero las malas condiciones del tiempo le impidieron copar la fuerza realista y así esta pudo escapar, lo que no importó ya que su objetivo era precisamente causar alarma e inmovilizar tropas al sur de Santiago.

Posteriormente, Lemos se reunió con el resto del Ejército de los Andes.

Por lo general, los uniformes se desgastaban rápidamente, y sumado a que los soldados debían costearlos (con los consabidos atrasos en los pagos), sucedió que pronto los blandengues se encontraban en una posición precaria con respecto al uniforme.

El uniforme establecido en 1760 por el capitán Pedro Nicolás Escribano consistía de casaca corta color azul, con collarín o sobrecuello rojo, solapas y vueltas del mismo color, chupetín y calzón rojo.

Sombrero redondo con cinta encarnada cosida en la copa y escarapela.

[10]​ El armamento en la primera etapa, era tan improvisado y dejado de lado como el uniforme.

Aun así los blandengues fueron muy efectivos contra las partidas indias que asolaban la campaña.

Luego se dotó al Cuerpo de Blandengues con sables, trabucos, mosquetes, carabinas y pistolas.

Los blandengues ya no solo combatirían como caballería ligera, sino que también patrullando la campaña a caballo (que debían comprar y mantener de su pecunio), y desmontando para combatir si era necesario.

Como armamento pesado, se dotó de cañones ligeros para la defensa estática en los fuertes.

Blandengue . Óleo sobre tela de Mauricio Rugendas (1802-1858).