Estuvo abandonado hasta el resurgir de la peregrinación a Santiago en la última década del siglo XX.
Desde poco antes del resurgir de la peregrinación, algunos antiguos habitantes de Foncebadón y sus familiares más cercanos están volviendo a rehabilitar las viviendas abandonadas o derruidas que quedaban.
Debido al abandono masivo que sufrió el pueblo, este, como otras muchas localidades de la región, fue víctima de saqueos que en la mayoría de casos dañaban seriamente las casas que a los muy pocos años, acabarían derrumbándose sobre sí mismas, tal y como pasó con la hoy reformada parroquia o el colegio.
El obispo Gaucelmo estableció aquí un albergue y un hospital de peregrinos.
La Iglesia exigía que las campanas de la ya derruida parroquia, fueran restauradas y ofrecidas a otra iglesia para su uso, a lo que la vecina reaccionó subiéndose al campanario armada con una vara y exigiendo que dejasen el pueblo tal cual estaba, ya que esas campanas podrían servirla para advertir a los pueblos cercanos de que se había quedado atrapada en el pueblo por inclemencias meteorológicas.