En este espacio natural se han observado, hasta la fecha, 121 especies de aves ligadas al medio acuático.Hay mamíferos (zorro, tejón, comadreja), reptiles (lagarto verde, víbora), aves, tanto de tierra adentro como marinas (gaviotas, alcatraces, cormorán, espátulas, zarapitos, etc.).Cuando este núcleo entró realmente en la historia fue en 1038, con la intervención del abad Paterno que restauró el monasterio, reorganizó la comunidad religiosa y llevó a cabo una intensa tarea de repoblación.En ese documento se daba permiso para que la enajenación pudiera tener lugar sin el consentimiento de los abades.En Cantabria los franceses se acantonan en Santoña, cuyo carácter casi insular y construcciones defensivas la convertían en un baluarte inexpugnable.[33] El aviador y su esposa Anne Spencer Morrow estaban realizando una vuelta al mundo en su hidroplano Albatros.Ese mismo día habían salido del lago de Constanza, entre Suiza y Alemania, con el propósito de llegar hasta Lisboa, pero las condiciones atmosféricas forzaron al piloto a pedir ayuda y permiso para un amerizaje forzoso, para lo que se puso en contacto con el embajador americano en Madrid.Este a su vez pidió permiso al Gobierno español para que Lindbergh pudiera amerizar en cualquier punto del Cantábrico.Venancio Albo se prestó a ser su anfitrión ofreciendo su casona edificada en la calle de Alfonso XII.Fueron recibidos por todas las personalidades de Santoña, militares y civiles, y asistieron en el salón de sesiones a un ágape que, según las cuentas registradas en los archivos del Ayuntamiento, fue un gasto extra que el municipio tardó un año en poder pagar.La despedida fue multitudinaria y la gente disfrutó con las evoluciones artísticas con que les regalaron los pilotos en el aire antes de partir.La salazón, tanto de marcas italianas como españolas, se exportaba a Italia por vía marítima: Génova, Nápoles y Livorno.Fue muy importante la intervención de comerciantes catalanes que, actuando como delegados, dieron lugar a las relaciones con empresas italianas para compras y otras gestiones.Años más tarde llegaron salatoris y profesionales procedentes de distintas ciudades sicilianas, como Palermo, Porticello, Terrasini, Sant'Elia, Catania o Trápani.Pero poco a poco se fueron afincando en Santoña y reclamando a su familia, formando así una colonia de italianos que supo integrarse con toda normalidad en el pueblo, hasta tal punto que la generación siguiente ya fue considerada santoñesa realizándose matrimonios entre unos y otros.La Primera Guerra Mundial afectó al transporte marítimo y con ello a las exportaciones, repercutiendo en el almacenaje de la salazón.La respuesta vino dada por el salazonero y pionero Giovanni Vella Scatagliota, oriundo de Trapani en Sicilia.[46] Desde la Baja Edad Media se construían en Santoña embarcaciones destinadas a la pesca y al tráfico comercial.Esos galeones eran conducidos por la ría hasta llegar a Santoña donde se les aparejaba finalmente para la navegación.Quemaron también el material almacenado para la construcción de otros 7 barcos y se llevaron como botín, entre otras cosas, 50 cañones operativos.En su lugar existe la playa que comienza en San Martín limitada a todo lo largo por el Pasaje o paseo marítimo.A mediados del siglo XIX este edificio acogió el hospital militar hasta la guerra civil española, en que se habilitó como cárcel.La adornan grandes escudos barrocos; la cornisa está labrada y el tejaroz se apoya sobre zapatas talladas.A finales del siglo XIX Santoña ofrecía un aspecto de población anclada en el pasado, con calles y callejones estrechos, que a veces no tenían salida, plazuelas, casas humildes, etc. Lo más significativo del pueblo eran sus huertas, tanto las de las casas como las situadas en zonas especiales; casi todas las casas estaban rodeadas de una tapia que encerraba una huerta grande o pequeña.Los barrios de Santoñuca, La Cosa, La Verde y El Cantal estaban formados por agrupaciones de casas sin estructura urbana; había algunas calles como Alfonso XII, Manzanedo, Ribera (que después pasó a llamarse Juan José Ruano), Santander cuyo trazado suponía ya una determinada configuración.A este avance se unió la iniciativa privada como las asociaciones El Progreso y Unión Santoñesa, La Maruca, o la aportación del general Salinas Setién que, junto con su esposa Carmen Monjón, fue el promotor del llamado Corredor (o casas correderas) en la actual calle de Ortiz Otáñez.El Ayuntamiento en agradecimiento le dedicó en esa zona la calle de la Dársena que pasó a llamarse del General Salinas.Todo con el sacrificio de las huertas que fueron desapareciendo una a una para dar paso al nuevo urbanismo.[63] Erigido en recuerdo de Juan de la Cosa, nacido en Santoña, navegante y cartógrafo del siglo XV, conocido por haber dibujado el primer mapa del mundo que mostraba los territorios descubiertos en América durante el siglo XV.Este baluarte tomó el nombre de Isabel II, porque allí se encontraba una batería conocida con esa denominación.
Casa de la familia Albo en Santoña
Antigua fábrica de conservas de Albo. 1925
Logotipo de una de las fábricas de italianos afincados en Santoña