Antes del ataque, le llevó al gobernador inglés, William Carr Beresford, la intimación de rendirse, que este desechó.
En esa ocasión tuvo que apaciguar a los milicianos porteños, con riesgo de su vida.
[2] Enviado a España con pliegos para la corte, fue retrasado en Sevilla, porque dado que llevaba pliegos del virrey Liniers —francés de origen— se temió que fuera un espía, en plena guerra de independencia española.
Refugiado en Cádiz, pidió embarcarse en el buque que llevaba a Baltasar Hidalgo de Cisneros a hacerse cargo del Virreinato del Río de la Plata, pero el nuevo virrey no se lo permitió.
[2] De regreso a Buenos Aires, Cisneros le pidió que fuera su ayudante, pero declinó el ofrecimiento.
Fue desplazado del poder por el coronel Martín Miguel de Güemes, que formó su propio gobierno.
Durante su breve gestión devolvió los bienes confiscados al general Carlos María de Alvear.
Emigró a Montevideo y regresó al año siguiente, cuando la situación política se estabilizó bajo el gobierno de Rodríguez.
[2] Fue pasado a retiro por la reforma militar del ministro Bernardino Rivadavia y permaneció alejado de la política por varios años.
A su regreso permaneció en el anonimato, empobrecido,[2] y su última aparición pública fue una manifestación en apoyo al gobernador Juan Manuel de Rosas.