En ese mismo, Saint Domingue, territorio francés en la isla de La Española, pidió a Inglaterra ser incluida como protectorado británico.
Asistido por toda la fuerza auxiliar de la parte española del país, sitió Port-de-Paix en la costa septentrional.
Intentó en vano sobornar al general Lavaux, comandante de la ciudad, para que entregara el bastión.
En los años subsiguientes cumplió funciones en La India, Egipto, y el Cabo de Buena Esperanza.
Al día siguiente renovó el asalto, pero la resistencia fue incluso más fuerte: para el mediodía las fuerzas británicas habían sido batidas y rodeadas y habían sufrido la pérdida de más de 2000 soldados, por lo que Whitelocke ofreció su inmediata capitulación.
El fiscal fue Richard Ryder, quien pronunció las siguientes palabras durante el primer día del proceso: Calificó al contraste de calamidad nacional y achacó a Whitelocke toda la responsabilidad.
El general Gower, segundo de Whitelocke en la expedición, dijo en el juicio que el comandante jamás formó algún plan.
Gower afirmaría además que los jefes principales no hicieron objeción al plan de ataque el día 4 pues todos descontaban el triunfo.