El concepto teológico, filosófico y antropológico de Dios[nota 1] (del latín: Deus, que a su vez proviene de la raíz protoindoeuropea *deiwos~diewos, ‘brillo’, ‘resplandor’,[2] al igual que el sánscrito deva, ‘ser celestial’, ‘dios’) hace referencia a una deidad suprema.
[3] Dios también puede significar un ser supremo no personal como en el panteísmo, y en algunas concepciones es una mera idea o razonamiento sin ninguna realidad subsistente fuera de la mente, como en los sistemas materialistas.
A menudo, Dios es concebido como el creador sobrenatural y supervisor del universo (teísmo).
Entre estos, los más comunes son omnisciencia, omnipotencia, omnipresencia, omnibenevolencia (perfecta bondad), simplicidad divina, y existencia eterna.
[3] Pueden darse, según las distintas visiones, características variadas y no siempre armonizables entre sí.
Además, hay quienes creen en un Dios personal, basándose en argumentos filosóficos, pero sin necesidad de acudir a una religión (Deísmo), mientras otros consideran a Dios con argumentos religiosos sin excluir otros argumentos como filosóficos, un ser con el cual tratan y esperan una acción salvadora a favor de los seres humanos (Teísmo).
El término latino deriva a su vez del indoeuropeo *deiwos,[10] de la raíz *deiw-, ‘brillar, ser blanco’, de la que deriva asimismo el término griego: Ζεύς, romanizado: Zeus.
[13] De esta misma raíz podría derivarse el nombre del pueblo godo[cita requerida].
Así en persa moderno se dice joda (خدا), y en kurdo, xhwedê.[cita requerida].
[15] Escrita así, nunca recibe un artículo y, en la gran mayoría de casos, tampoco posesivos ni demostrativos.
En algunos casos, aunque poco comunes, el nombre de Dios (con mayúscula) puede ir precedido por un posesivo o demostrativo, dependiendo del significado y entonación de la frase: - Este dios del que hablas vs.
Todos los apelativos de advocaciones se escriben en mayúscula, por ejemplo, el Señor, el Creador, etc.[15] En los textos religiosos, los pronombres y adjetivos relativos a Dios también se escriben con mayúscula, como fórmula de respeto.
A. Strong afirma:[28] Dios no está limitado absolutamente por nada, y, por lo tanto, sería infinito.
Aunque Akenatón decretó que Atón era dios único, la adoración de otros dioses nunca cesaron en Egipto, y tan pronto como este terminó, los ancestrales cultos politeístas pronto recuperaron precedencia.
Existen, por lo mismo, diferentes modalidades, que van desde el estado teocrático, donde la visión de Dios (o de los dioses, en los lugares donde domina el politeísmo) es algo que debería ser aceptada (según las leyes) por todos (so pena de perder algunos o muchos derechos) hasta el extremo opuesto, que considera la creencia en Dios (o en los dioses) como algo que debe ser erradicado completamente o, al menos, excluido de cualquier presencia en el ámbito público.
En los estados teocráticos la máxima autoridad del gobierno le corresponde al clero, y toda la vida política está subordinada a la religión.
Algunos regímenes modernos, como los regímenes autoritarios de inspiración católica de Francisco Franco, Ante Pavelić o Jorge Rafael Videla, exceden los límites del estado confesional sin llegar a ser teocracias.
En algunas versiones (agnosticismo débil) esta falta de certeza o conocimientos es una postura personal relacionada con el escepticismo.
El deísmo es la postura que se basa en la creencia filosófica en un Dios, ser supremo, o principio establecida por la razón y la evidencia, sin aceptar la información adicional supuestamente revelada, tanto la contenida en determinados libros, como la Biblia o el Corán, como la recibida a través de determinadas personas.
Según la Tanaj, Dios mismo escogió a Abraham para que saliera de las tierras de su padre y estableciera una nueva nación en una tierra prometida, tradiciones que posteriormente fueron adoptadas por el cristianismo y el islam.
Para la doctrina del espiritismo, Dios es la inteligencia suprema, causa primera de todas las cosas, eterno, inmutable, inmaterial, único, omnipotente, soberanamente justo y bueno.
Rudi Affolter era ateo y contaba que experimentaba alucinaciones como si realmente se estuviera muriendo.
Algunos han querido reproducir experimentalmente estas auras epilépticas mediante estimulación de la corteza temporal.
Estas le llevaron a fundar el Movimiento Adventista del Séptimo Día.
Es decir, cuando meditan son capaces de concentrarse con tanta profundidad que ya no perciben los estímulos sensoriales externos.
Los científicos constataron que solo en el caso de los voluntarios devotos se produjeron cambios en la actividad cerebral registrada, como respuesta a los sermones oídos.