[1] Algunos investigadores modernos como el profesor Juan Álvarez Delgado suponen que esta creencia se debía a una aculturación provocada por el continuo contacto de los aborígenes con navegantes mediterráneos desde mediados del siglo xiv, así como a la acción evangelizadora de los misioneros cristianos.
[4][5] En cuanto a la creencia de los aborígenes gomeros, las fuentes históricas tradicionales no aportan muchos datos.
[8][3][9] En las islas de Tenerife, Gran Canaria y La Palma los aborígenes creían en un principio maligno al que denominaban Guayota, Gabiot e Iruene respectivamente, y que se les aparecía bajo la forma de grandes perros lanudos.
Asimismo, investigaciones arqueológicas recientes han descubierto la orientación de algunos yacimientos con los ortos u ocasos del Sol en solsticios y equinoccios.
[13] Especialmente singular era el culto a los muertos, produciéndose los enterramientos con ofrendas o ajuares, lo que demuestra la creencia de los aborígenes canarios en la supervivencia del alma.
[15] En Gran Canaria, La Gomera, El Hierro y La Palma también han aparecido momias,[16] si bien, conservadas por procesos naturales.
También se han encontrado figuras similares en la Cueva de Los Ídolos (Fuerteventura), en La Palma, en El Hierro y en La Gomera.
En estos lugares labraban en la piedra conjuntos de huecos —denominados cazoletas en arqueología— que estaban comunicados entre sí por canales, y en cuyas proximidades suelen encontrarse grabados rupestres.
En estos lugares, denominados almogaren en Gran Canaria, «invocaban i sacrificaban regándola con leche todos los días».
[11] Este tipo de recinto sagrado estaba extendido a todas las islas del archipiélago.
En las proximidades o adosadas al muro solían colocar grandes piedras hincadas, en ocasiones con grabados rupestres.
[nota 2][28][29] Un espacio de culto particular es el que se denomina en las fuentes como «baladero».
[30] Las montañas y determinados roques aparecen en el conjunto del archipiélago como lugares sacralizados por excelencia, en los que la divinidad se manifiesta en la tierra.
Para los guanches de Tenerife en particular era el lugar donde se concentraban las fuerzas malignas ligadas al fuego y a los procesos volcánicos destructivos.
Asimismo, también se ha sugerido su función como axis mundi o punto de unión entre el cielo y la tierra.
[11] Según los investigadores modernos esta idea se extendía como queda dicho a las islas de Tenerife y Gran Canaria, donde el Teide y el roque Bentayga cumplían esta función respectivamente.
Así, según la crónica de Pedro Gómez Escudero, «tenían los de Lançarote y Fuerte Ventura unos lugares o cuevas a modo de templos...»,[18] mientras que los bimbaches tenían la cueva Asteheyta como lugar sacralizado, al ser el hogar del Aranfaybo, el cerdo sagrado que mediaba entre los dioses y los seres humanos.
[35] En Gran Canaria investigadores modernos han asociado las «cuevas pintadas» que presentan en sus suelos y paredes cazoletas y bóvedas excavadas, así como grabados rupestres que representan triángulos púbicos, con santuarios dedicados a determinados cultos como la fertilidad.
Así, en Fuerteventura existen referencias a las mujeres santas Tibiabin y Tamonante, que ejercían un papel principal en la sociedad isleña al dirimir los enfrentamientos entre los diferentes jefes tribales, dirigir las ceremonias y profetizar cosas futuras.
[40][10][11] Los aborígenes de todas las islas llevaban a cabo ofrendas o sacrificios que se pueden diferenciar en dos tipos principales: libaciones y cremaciones.
[41][42] Las libaciones se llevaban a cabo con leche o manteca derretida, vertiéndose en los conjuntos de cazoletas excavadas en la roca y comunicadas por canales anteriormente mencionadas.
Este tipo de sacrificio es el más frecuente en las fuentes históricas y ha sido constatado también por la arqueología.
Entonces dejaban las vísceras de las reses para que fueran devoradas por las aves carroñeras, evitando así la caída del roque y la consecuente destrucción según sus creencias.
[11] Cabe resaltar que la momificación guanche es en muchos aspectos parecida a la practicada por los antiguos egipcios.
La momificación o mirlado, como le llamaron los primeros cronistas españoles, no fue de uso general entre la población guanche, existiendo varios procesos que muestran cierta gradación en la práctica funeraria que corresponden a una diferencia social y económica entre las diferentes castas de su sociedad.
[cita requerida] Según los primeros historiadores como Fray Alonso de Espinosa, los guanches llevaban a cabo grandes fiestas, comúnmente denominadas beñesmer, entre julio y agosto que coincidían con su época de la cosecha y el comienzo del año.
[18] Entre los pocos mitos aborígenes que fueron recogidos por los primeros historiadores destacan los de la creación del ser humano.
No obstante, este símbolo fue encontrado en un megalito utilizado para rituales de fecundidad y como calendario solar.