Ya que la Virgen de las Nieves llegó a ser venerada por los antiguos benahoritas (aborígenes palmeros).
La imagen era venerada por los aborígenes en el lugar conocido como Morro de Las Nieves junto al actual Real Santuario Insular.
El rey Bentacayse le dio gracias a la Virgen y exclamó: "Tener Ife" (que en idioma guanche significa monte blanco, de la misma raíz surge el nombre "Tenerife"), y desde entonces la Virgen (hasta ese momento llamada Santa María de La Palma) es invocada como "Nuestra Señora la Virgen de las Nieves".
[2] Tras la conquista le sería construida una ermita en el lugar, germen del actual Real Santuario.
Hasta ese momento, Santa Águeda era la devoción principal de la isla.
[3] La imagen de Nuestra Señora de las Nieves es una escultura modelada en terracota y policromada, de estilo románico tardío en transición al gótico, que se sitúa cronológicamente a finales del siglo XIV, sobrevestida con ricas telas (túnica roja, manto azul y orla dorada) y aderezada con cuantiosas joyas a partir del siglo XVI.
La talla posee una extraña inscripción grabada en su espalda o dorso de terracota.
Un enigmático y célebre epígrafe: "ASIETA" o "ASYETA", conocido como el acrónimo de "Alma Santa Inmaculada en Tedote Aparecida".
La imagen tiene signos de roturas en las manos y en el niño original, sin embargo esto no es perceptible puesto que es una talla que se la reviste con ricos mantos y adornos desde por lo menos 1534.
Las manos y el niño que se observan son postizos, quedando así su iconografía configurada hasta la actualidad.
[4] En 1676, La Palma sufría "el invierno más seco de la década", situación que había llevado el hambre, la desolación y la muerte a la capital y a los campos de la isla.