[5] Probablemente esto se deba a que pese a que su nombre original era Apurón, también era conocida popularmente desde el principio con el nombre de Santa Cruz, en razón del día en que fue fundada e imponiéndose este último nombre sobre el anterior con el paso del tiempo.
Goza durante todo el año de un clima suave si bien es habitual que su cielo esté cubierto por nubes debido a la influencia de los vientos alisios procedentes del océano Atlántico.
La elección de este lugar para establecer la capital fue debido a las características portuarias del enclave, protegido de los vientos e idóneo para que recalasen los barcos.
Todos los buques españoles que iban en comercio hacia las colonias americanas debían registrarse en el juzgado.
[8] La crisis económica que la economía agraria insular ha sufrido a lo largo de su historia, así como las limitaciones de espacio para expandirse, han provocado que la población esté estancada.
Los municipios de los alrededores (Breña Alta y Breña Baja), que sí disponen de espacio libre, han crecido espectacularmente en los últimos años como ciudades dormitorio.
La ciudad sufrió una grave inundación en enero de 1998 por una marea viva combinada con un temporal oceánico, que causó numerosos daños materiales, aunque no hubo muertos ni dañó a ningún edificio.
Desglose de población según el Padrón Continuo por Unidad Poblacional del INE.
La calzada en sentido norte, la que entra en la ciudad, pasa por fuera de la Caldereta en terrenos ganados al mar.
También sobreviven algunas fortificaciones como el Castillo de Santa Catalina o el San Fernando.
Santa Cruz de La Palma cuenta con un rico calendario festivo, siendo su principal cita anual el carnaval, con Los Indianos como punto culminante.
Otra celebración a tener en cuenta es la Semana Santa, la única del Archipiélago que ha sido declarada Fiesta de Interés Turístico Regional.
A esta costumbre se unen otras como es la confección de mayos, peleles con cuerpo de madera y papel vestidos con ropas viejas, colocados en grupo para representar una escena costumbrista o un episodio local.
Ante la atenta mirada de la concurrencia, un grupo de hombres ataviados en cada ocasión con una alegoría diferente (vikingos, cardenales, juglares, etc.) interpreta una danza inicial; en breves segundos, los hombres se transforman en diminutos enanos que bailan una coreografía trepidante.