La población tahuantinsuyana concibió la idea de un dios creador, abstracto, eterno, omnipotente, omnipresente y omnisciente en Huiracocha.
[2] El kamaqin definía a la fuerza vital que animaba todo cuando existía en la Tierra; según la fe del Tahuantinsuyo, los seres vivos y muertos tenían kamaqin, inclusive los cerros, piedras, lagunas y demás seres sagrados lo tenían.
En el caso de los grupos humanos, sus pacarinas no siempre estaban cerca al lugar en donde habitaban.
La historia tiene al dios creador Wiraqucha Pachayachachiq formando gigantes para ver si los humanos funcionarían bien en ese tamaño.
Esto permitió la posibilidad de que se descubrieran nuevos pueblos y tierras habiendo estado presentes desde el principio.
En la mitología incaica, la Pachamama, habiendo sido integrada, se colocó debajo de la Luna, la cual los incas creían que esta última gobernaba sobre todas las dioses femeninas.
Este mullu era depositado en pozos, fuentes, ríos, lagunas o el mar para pedir buen tiempo y salud.
[11] En las crónicas europeas escritas durante la conquista, se refieren al sol, denominado «Punchao» o «Inti» como la divinidad más importante de todo el Tahuantinsuyo; «Inti» fertilizaba la tierra y en algunos relatos aparece como esposo de «Pachamama».
[3] Las crónicas describen al culto solar con similitud al culto católico, en los cuales existía una jerarquía clerigal en la que primaba el Cusco con la máxima autoridad el «Willaq umu» (willaq uma), este Willac umu era elegido por las «panacas» (panaqa) cusqueñas y generalmente era uno de los hermanos del inca.
Este templo solo podía recibir a la élite cusqueña e incluso tenía recintos de exclusividad absoluta para el soberano inca.
Se la representaba como una niña que vivía en el interior de la Tierra y las montañas.
[3][12] Se le ofrendaba chicha, coca, sebo y «mullu», pidiéndole la protección de los cultivos.
[3] Kon, era el dios del viento y la lluvia que venía del sur, esta deidad originalmente era de la costa peruana, específicamente de la cultura Paracas y Nazca, los incas más tarde lo incluirían a su panteón.
Este dios era liviano, puesto que carecía de huesos y carne, a pesar de esto, tenía forma humana, también era representado como un ser con rostro de felino, aunque se cree que usaba máscaras felínicas, debido a estas características, este dios es conocido como "el felino volador", portaba cabezas trofeo y un báculo, debido a sus prominentes ojos, también es conocido como el "dios oculado".
Según los mitos del Collasuyo, Tunupa puso orden en el mundo y muchas veces se le confunde con Ticsi Huiracocha.
Illapa era el principal numen protector de las campañas militares incas durante la expansión del Tahuantinsuyo.
Dichas armas simbolizan su dominio absoluto sobre el clima y su facultad como dios bélico del imperio.
Pasaría un tiempo en el que estos animales empezarían a sollozar de dolor por hambre y sed.
Esto hacía que el dios Illapa se apiadase de ellos y mandara la lluvia para evitar sus muertes.
El sacrificio humano era parte de los rituales incas, en situaciones extremas, en los que generalmente sacrificaban a un niño (qhapaq hucha) o un esclavo.
[3] Todos los grupos sociales del Tahuantinsuyo visitaron los oráculos permanentemente, los más prestigiosos según las crónicas fueron Pachacámac (Pachakamaq), Apurimac (Apu rimaq), Chinchaycamac (Chinchaykamaq), Mullipampa y Catequil.
Según crónicas de Bernabé Cobo, cuando Huascar fue capturado los sacerdotes del Cusco sacrificaron varios niños, animales y textiles.
[24] Las momias participaban en roles ceremoniales que les permitían ser consultadas como asesoras en momentos de angustia.
Originalmente mantenido en propiedades reales, los descendientes eventualmente pensaron que al quedarse en su propia casa, una momia podría ser mejor atendida y vigilada.
Los incas adoptaron la mayoría, si no todas, sus creencias religiosas de los tres grupos principales que vivían en Perú.
Los cuatro restantes se encargaron de dedicar sus sacrificios a la Luna, Trueno, Viracocha y la Tierra.
El Inti representó la organización institucional de la sociedad porque todo en la vida inca giraba alrededor del Sol.
[3] Los dioses huacas necesitaban personal dedicado a la adoración, ahí destacaron los sacerdotes como encargados de interpretar el mensaje y las decisiones divinas.
Durante este festival, los niños incas pasaban por sus ritos de pubertad al entrar en la edad adulta.
Durante esta fiesta la población en general estaba prohibida de beber chicha, comer sal, ají y tener relaciones sexuales.