Huallallo Carhuincho

En dicho manuscrito, se menciona la victoria de Huallallo frente a los dioses gemelos Yanañamca y Tutañamca.

Estos perros fueron muy buenos y leales a los hombres, tanto en vida como después de la muerte.

Para completar la ceremonia, el mismo dios, escogió cinco perros, los sacrificó, e hizo comer su carne y beber su sangre mezclada con chicha.

En leyendas orales, se menciona que un hambriento Huallallo avistó a un joven al cual pensó devorar.

En eso, el joven vislumbró un jardín de flores como nunca antes había visto y, dominado por la curiosidad, se transformó en hombre para adentrarse en aquel paraje escondido.

La sangrienta conflagración tuvo como desenlace la victoria de Pariacaca contra Huallallo Carhuincho.

Al enterarse de todo, el gran Huiracocha, juzgó que estas crueldades no podían quedar sin castigo y decidió ajusticiar a los responsables.

Esto no resultaría extraño, puesto que algunas culturas preincas han establecido a la Luna como un ente masculino.

Qalalu era descrito como un dios muy joven y primoroso; su vestimenta consistía solamente en un pellejo blanco de perro para evitar estar en cueros.

En tiempos primigenios, la humanidad se sentía hastiada de ofrendar a sus dioses para obtener la luz y el calor.

Haciendo caso del clamor humano, Qalalu aceptó entregar lumbre a la humanidad; no obstante, debido a su excesiva lujuria y otras fechorías, el dios lunar es castrado y desterrado de la Tierra.

El perro, en cada situación adversa, hizo salir cada elemento y/o criatura que permaneció dentro de su oreja.

Acto seguido, el perro tragó todas las joyas de plata y huyó.

El perro celeste debe, nuevamente, volver a la Tierra para buscar las pertenencias de su amo, infinitamente.

Al igual que el mito anterior, este gira en torno a las partes intimas del dios.

El ambicioso Wampu, instigado por sus súbditos, se propuso en arrebatarle todos sus dominios y despojarlo de sus riquezas.

Para ello, se preparó por mucho tiempo; se empoderó bebiendo grandes cantidades de sangre humana que gustosos le prodigaban los suyos; le tendió a Wallallo varias celadas y, en todas ellas, el celoso dios fracasó.

Se menciona que Wampu escondió los órganos de Wallallo en una cueva cercana a Marcahuasi.

El sabio volvió precipitadamente al Collao para mostrarles a los Yachaq de esa región su valioso hallazgo.

Siguió el camino que va por la cordillera, y al llegar a Wamanka, se enamoró de una india bellísima que había llegado a este lugar traída por el Yachaq del Collao.

En Huarochirí, Huallallo se transformó en llamas de fuego tan ardientes que llegaban hasta el cielo.

[2]​ En la versión wanka, cuando Huallallo montaba en cólera, este se transformaba en poderosos vientos huracanados y estos no tenían respeto por nada, aun si se tratase de hogares, niños, animales, etc.[3]​ Los wankas lo veneraban con sacrificios humanos.