Una vez cesó la tormenta, Huallallo encontró diezmado a sus enemigos; no obstante, la sorpresa del dios huanca fue grande cuando se percató de que todos los capitanes de los dioses vencidos seguían con vida.
Aquellos soldados enemigos lograron sobrevivir debido a que sus parciales los habían protegido con escudos y con sus propios cuerpos.
Huallallo montó en cólera, extendió las manos y estirando los dedos como si quisiera atraparlos dijo: "¡De hoy en adelante seréis perros!"
Desde entonces, estos perros fueron muy buenos y leales a los hombres, tanto en vida como después de la muerte.
Para completar la ceremonia, el mismo dios, escogió cinco perros, los sacrificó, e hizo comer su carne y beber su sangre mezclada con chicha.