Patrística

[1]​ Durante este período, el cristianismo es difundido masivamente por los profetas, tomando fuerza entre la población y desplazando a las religiones politeístas.

Estos mostraron una divergencia de actitud ante la filosofía clásica: como enemiga o como utilidad.

Orígenes escribió numerosas obras (unas 800) y aunque incurrió en algunos errores graves, debido a su intento de "explicar" orgánicamente todas las dificultades que pudieran presentarse ante la reflexión de las creencias cristianas, en unos momentos en que el dogma no estaba todavía fijado por completo, no cabe atribuir su actitud a afán polémico o sensacionalista, sino a un íntimo deseo de aprender toda la verdad.

Tertuliano, iniciado en el culto de Mitra cuando joven, debió convertirse después al cristianismo y luego pasó (213) al montanismo, creencia considerada entonces herejía, predicada por el frigio Montano, enemigo de la Iglesia jerarquizada.

San Cipriano, retórico convertido al cristianismo en edad madura, es un asceta y un moralista, pero es sobre todo un espíritu práctico.

Inventó, pues, herejías y cismas, con los cuales destruye la fe, corrompe la verdad, rompe la unidad".

Y recuerda entonces las palabras de Jesucristo a San Pedro cuando cimentó en él su iglesia.