Su identificación con el autor de la célebre Epístola a los Corintios, cuyo nombre aparece en la inscriptio en todas las versiones de los manuscritos, es opinión concorde y formulada ya en tiempos muy antiguos.
En su obra Contra las herejías,[7] san Ireneo expuso una lista de los obispos romanos, situando a Clemente Romano como el tercer sucesor de los apóstoles Pedro y Pablo: En esta enumeración no aparece citada la palabra «papa».
Es posible que Clemente conociese a San Pablo, el apóstol de los gentiles, y que haya sido el destinatario del elogio del Apóstol por la colaboración prestada a los filipenses (Filipenses 4:3).
Durante su obispado, en el año 95,[12] surgieron levantamientos contra los presbíteros-epíscopos en Corinto.
Fue desterrado por el emperador Trajano al Quersoneso Táurico (actual Crimea) y condenado a las canteras junto con otros dos mil cristianos.
Cirilo, transportó personalmente las reliquias a Roma y se las entregó al papa Adriano II, quien las colocó en la basílica de san Clemente.
[14] Por este motivo, Clemente fue considerado primer protector celestial de la tierra rusa.
Otra parte, sin embargo, quedó en Crimea, más precisamente en el Monasterio de la cueva Inkerman.
La obra llegó hasta nuestros días a través de dos manuscritos (la primera epístola y la segunda) en el original griego, además de dos traducciones coptas, una siríaca y otra latina.
[18][19] Según la epístola, dirigida a la comunidad de Corinto, el autor parece provenir de ambientes culturales judeo-helenísticos y es un experto en el Antiguo Testamento como también en literatura y filosofía paganas.
Las facciones que San Pablo condenara tan severamente estaban de nuevo irritadas.
[cita requerída] Los superiores eclesiásticos son llamados obispos, y diáconos, en algunos pasajes se les llaman presbíteros, los cuales no pueden ser destituidos por la comunidad, puesto que han sido instituidos por los apóstoles en nombre de Cristo.
Quizás intuyó que sería leída y de dominio público.