[26] Era la segunda vez en pocos años que los cimientos de la erudición cristiana moderna se veían sacudidos por un gran descubrimiento.
En 1861 regresó a Constantinopla como profesor de historia eclesiástica y exégesis en la misma escuela donde había estudiado.
La Enseñanza de los doce apóstoles, que más tarde sería conocida como la Didaché, pasó completamente desapercibida.
La Didaché es una obra corta, de apenas 552 vocablos griegos, ordenados en cien versos y distribuidos en dieciséis capítulos.
[83][84] La afinidad con tradiciones típicamente mateanas[85] o el uso de la palabra «cristianos» para referirse a los fieles (Did 12,4) respaldan esta opción.
La falta de certeza en estas dependencias hace que la opción más aceptada por los estudiosos sea la primera: mediados del siglo I.
En esta sección, los estudiosos reconocen influencias provenientes del judaísmo, aunque no haya unanimidad en su cuantía y origen.
En la cuarta línea del folio 76, empezando a contar desde abajo,[98] estaba escrito: Enseñanza de los doce apóstoles (en griego antiguo: Διδαχὴ τῶν δώδεκα ἀποστόλων).
El segundo título reforzaba esa idea al precisar que la enseñanza provenía en última instancia del Señor, expresión utilizada en la literatura cristiana para referirse a Jesús de Nazaret.
Después, la formulación trinitaria del bautismo (Padre, Hijo y Espíritu Santo) que acompaña esa enseñanza como un sello.
A continuación del segundo título comienza la sección moral, que abarca los seis primeros capítulos de la obra.
[106] Ingresar en una comunidad judeocristiana no era sencillo para un pagano debido a las diferencias religiosas y morales existentes entre ambas culturas.
Durante ese tiempo el individuo se encontraba en un limbo liminal donde quedaban en suspenso las reglas anteriores de su vida sin que las nuevas hubiesen adquirido aún vigencia.
Además de Pablo, es descrita en términos parecidos en los evangelios sinópticos: Marcos (Mc 14,22-25), Lucas (Lc 22,14:20) y Mateo (Mt 26,26-29).
El Evangelio de Juan relata también la Última Cena (Jn 13), pero omite o desconoce las fórmulas rituales; sin embargo, se encontraron ciertos paralelismos entre la celebración eucarística que se instruye en la Didaché y el capítulo 17 del Evangelio de Juan, visto desde una interpretación eucarística.
Acompaña la regulación afirmando que la ofrenda dominical no debe profanarse con rencillas (Did 14,3), y cita unas palabras de Malaquías (Mal 1,11) a modo de cumplimiento: «Pues a éste (sacrificio) se refiere el Señor: En todo lugar y en todo tiempo me ofreceréis un sacrificio puro».
Todo esto ha suscitado dudas interpretativas sobre la naturaleza y el origen del ritual eucarístico descrito en estos capítulos.
Con el paso del tiempo, las comunidades se estructuraron formando órganos de gobierno y representación que cristalizaron en la jerarquía tripartita.
[152] El didaquista detalla a continuación algunas cautelas que deben guardarse hacia los apóstoles itinerantes: «Puede estar un día con vosotros y, si tiene necesidad, quedarse dos.
Los profetas pueden celebrar la eucaristía (que sería, a priori, tarea de los obispos y la jerarquía local) (Did 10,7).
[155] Adolf von Harnack no solo vio en la Didaché un testimonio de la transición entre dos órdenes comunitarios, sino que postuló un conflicto entre ambos.
Dicho material podría haber servido para redactar asimismo pasajes evangélicos como Mc 13, Mt 24,10-31 o 2 Tes 3,12[161] que tienen carácter parecido.
[163] Al publicarse la Didaché, se reconoció su presencia en diversos lugares, y piezas que andaban dispersas pudieron agruparse.
Si la Didaché intenta conciliar la práctica del cristianismo y el judaísmo, la Epístola de Bernabé rechaza tajantemente este último.
La posición crítica respecto a su autenticidad, sostenida por Joseph Armitage Robinson y un grupo de eruditos anglosajones, fue superada cuando Jean Paul Audet examinó en profundidad el material acumulado hasta esos momentos, lo que sentó a grandes rasgos las directrices que sigue la investigación actual.
En 1929, James Muilenburg, otro erudito del cristianismo, tomó partido en el asunto defendiendo las posiciones críticas asumidas por Robinson.
Si hasta entonces se había tomado como bueno el título largo, Audet puso en duda la autenticidad de ambos.
A la vista de las nuevas pruebas y teorías, la Didaché se perfiló como una auténtica regulación comunitaria del siglo I.
[236] Actualmente es considerado el escrito más importante de los Padres apostólicos y casi el único testigo de una época, la segunda mitad del siglo I que, por otra parte y en lo que se refiere al cristianismo, sigue siendo una gran desconocida.
Estos comentarios sirven para establecer un "terminus post quem" para esos evangelios, es decir, un límite primero y seguro para el tiempo de su redacción.