La forma en que se trata una frase del profeta Isaías en el capítulo 16 permite estimar la fecha de composición:Y por remate, otra vez les dice: He aquí que quienes han destruido este tempo, ellos mismos lo edificarán (Is 49,17) Así está sucediendo, pues por haberse ellos sublevado, fue derribado el templo por sus enemigos, y ahora hasta los mismos siervos de sus enemigos lo van a reconstruir.Por cómo se interpreta este pasaje habitualmente,[7] la carta debe ser posterior a la destrucción del Templo en el año 70 por parte de los Romanos, pero anterior a la rebelión de Simón Bar Kojba (año 136) tras la cual Judea fue completamente devastada y su población expulsada a la diáspora.
[8] Además, a diferencia del apóstol Bernabé, el autor de esta epístola presenta una antipatía hacia lo judío.
Helmut Koester considera: "No se puede demostrar que el autor conoció o utilizó los Evangelios del Nuevo Testamento".
Esto lo colocaría dentro de la tradición oral anterior a la escritura del Nuevo Testamento.
[11] Se divide en dos secciones, la primera (capítulos 1–17) es teórica y trata de la interpretación del Antiguo Testamento.
En un intento por distinguir el cristianismo como una entidad separada del judaísmo, el autor polemiza contra distintas ideas atribuidas a este último grupo.
[16] Eusebio de Cesarea (fines del siglo III) la pone entre los libros "espurios" (νόθοι), no entre los "admitidos".
En cuanto al Apocalipsis, Eusebio dice que algunos lo rechazaban pero otros lo metían entre los "admitidos".
[18] Inserida en el Codex Claromontanus se encuentra una lista de libros presentados como canónicos.