Es tradicionalmente atribuida a Pablo, Apóstol de los Gentiles, aunque el profesor Antonio Piñero, en su libro "Los apocalipsis", indica que los especialistas están divididos casi al 50 % respecto a si es una epístola auténticamente paulina.
[4] La Segunda Epístola a los Tesalonicenses fue, según la tradición cristiana, escrita en Corinto, Grecia, no muchos meses después que la Primera.
Aparentemente la Primera Carta fue malentendida, especialmente respecto a la Segunda Venida de Cristo (Parusía).
[17]: 42 También se ha observado un paralelismo entre Cipriano, donde subraya en su novena epístola, ante el temor potencial de la circulación de una carta falsificada, que el examen del estilo de la firma debe servir para autentificar la carta: «examinad si tanto la escritura como la firma son vuestras y volved a escribirnos cuál es el asunto en verdad.
[17]: 44 [18] Otros estudiosos que sostienen la autenticidad son Gregory Beale,[19] Gene L. Green,[20] Ivor H Jones,[21] Leon Morris,[22] Ben Witherington III,[23] Paul Foster,[24] y Kretzmann.
[30] Varios eruditos modernos coinciden con Ehrman en que 2 Tesalonicenses no fue escrita por Pablo sino por un asociado o discípulo después de su muerte.
Entre los eruditos se incluyen Beverly Roberts Gaventa,[31] Vincent Smiles,[32] Udo Schnelle,[33] Eugene Boring,[34] y Joseph Kelly.
Tesalónica fue la segunda ciudad de Europa donde Pablo ayudó a crear una comunidad cristiana organizada.
Brown señala que Pablo «muy probablemente visitó Tesalónica varias veces en sus viajes a Macedonia».
Sin embargo, si la carta no es auténtica, Brown señala que «en cierto modo la interpretación se vuelve más compleja».
La opinión tradicional es que la segunda epístola a los tesalonicenses fue escrita probablemente desde Corinto no muchos meses después de la primera.
Este error se corrige en el capítulo 2 (2:1-12),[42] donde Pablo dice a los tesalonicenses que debe producirse una gran tribulación antes del regreso de Cristo.
A continuación, expresa su agradecimiento porque sus lectores eran la electos de Dios, elegidos para la salvación y salvados por su gracia mediante la fe, y por tanto no susceptibles al engaño de la «Gran Apostasía», (2 Tesalonicenses 2:13-14)[43] mencionada aquí por primera vez al igual que el «Katechon» (2 Tesalonicenses 2:6-7).
[51] Pablo termina esta carta diciendo: «Yo, Pablo, escribo este saludo de mi puño y letra, y este es un signo distintivo en toda carta; esta es mi forma de escribir.