[4] La santería se desarrolló como el culto propio de los afrocubanos, cuyos antepasados habían sido esclavizados durante la época colonial, entre los siglos XVI y XIX.
Durante el régimen colonial era común referirse a ella como culto lucumí, que proviene de la expresión yoruba oloku mi («amigo mío»).
[9] Este término se ha difundido alrededor del mundo, aunque también con otra acepción: santero o imaginero es la persona que confecciona las imágenes de los santos católicos.
[31] La Iglesia católica de Cuba hizo esfuerzos por convertir a los africanos esclavizados, pero la instrucción en el catolicismo que se les impartía era normalmente superficial y esporádica.
[32] Las más importantes eran los cabildos de nación, asociaciones que la clase gobernante consideraba un medio para controlar a la población afrocubana.
[35] Es probable que en estos grupos sacerdotes de diferentes orishas del África Occidental interactuaran y comenzaran a desarrollar un nuevo sistema.
[36] Si bien se inspiraba en cultos más antiguos de África Occidental, la santería era, como describe Clark, «un nuevo sistema religioso».
[47] Las prácticas religiosas de los afrocubanos solían ser llamadas brujería y se pensaba que estaban relacionadas con la delincuencia.
[72] Esta liberalización permitió que la santería dejara atrás su marginalizción,[73] y durante la década de 1990 comenzó a practicarse más abiertamente.
Muchos santeros que apoyaron la Revolución comunista vieron en él un liberador espiritual para Cuba,[75] considerándolo hijo de la deidad Elegguá.
[81] Con el aumento de la presencia cubana en Estados Unidos, la santería creció en muchas ciudades del país, siendo adoptada por hispanoamericanos, así como por europeos y afroamericanos.
[97] Los practicantes sostienen que cada persona «nace de» un orisha en particular, se sea devoto o no a esa deidad.
[143] Los creyentes creen que los orisha pueden comunicarse con los humanos a través de la adivinación, las oraciones, los sueños, la música y la danza.
[150] Los practicantes suelen creer que cada persona tiene un destino[151] o camino específico,[152] aunque su suerte no está completamente predeterminada.
[157] Los practicantes suelen hacer ofrendas, normalmente siete vasos de agua, a los egun para aplacarlos y complacerlos.
[151] El ashé o aché es un concepto cosmológico importante en la religión tradicional yoruba y se ha transferido a la santería.
[184] Las mujeres pueden ocupar los más altos cargos de liderazgo,[185] aunque se les imponen restricciones cuando están menstruando.
[186] También se imponen restricciones similares a los varones homosexuales, prohibiéndoles tradicionalmente participar en ciertas formas de adivinación y en la percusión ritual.
Aunque se consideren a los Orisha e Ifá como ramas separadas, en ambas los babalawos (ocasionalmente, babalaos) son los máximos sacerdotes de la santería.
El Florifundio (Brugmansia candida) es efectiva como broncodilatador, debido a su contenido de escopolamina y atropina en las hojas.
La caña santa, yerba de limón o limoncillo (hierba Cymbopogon) se usa para la presión arterial baja y como antiinflamatorio.
[195] Según esta filosofía, el mundo fluye con la energía vital primordial llamada aché o crecimiento, la fuerza hacia la integridad y la divinidad.
[218] Suele tener una sala interior, el igbodu («bosquecillo sagrado del festival»), donde se celebran los rituales más importantes.
[219] La casa suele incluir un lugar donde se guarda la parafernalia ritual, instalaciones de cocina y espacios para que los visitantes duerman.
[232] En estos altares hay objetos sagrados, denominados fundamentos,[233] que se guardan en recipientes de porcelana, a menudo soperas.
[255] Estas ofrendas pueden consistir en fruta y otros alimentos, licor, flores, velas, dinero o animales sacrificados.
[269] Una vez descuartizado el cadáver, algunos de los órganos—conocidos como acheses—pueden cocinarse y ofrecerse al orisha;[270] otras partes serán consumidas por los practicantes.
El bembé, o también toque de Santos,[278] es una fiesta religiosa en la que se canta y baila en honor a los Orishas.
Tanto en la religión yoruba como en la santería el tambor es un objeto sagrado y la música se considera una dimensión mística para entrar en contacto con los Orisha.
El sacrificio, según la cosmovisión santera, es la vía mediante la cual puede ser restaurado un proceso o un ritmo que haya sido interrumpido.