Devoción por San Lázaro en Cuba

Los devotos de San Lázaro le ofrecen grandes sacrificios, entre los cuales está la flagelación corporal.

La efigie se coloca en las afueras de la iglesia, porque la institución no reconoce al San Lázaro que veneran los devotos.

Muy cerca, una fuente emana un constante chorro de agua, supuestamente bendecida por la deidad y es llevada por los creyentes.

A esa hora se produce la misa más importante de la jornada y el resto del tiempo, los párrocos se mantienen atendiendo a los penitentes, tratando de aliviar su dolor corporal y espiritual.

Es la única de las parábolas que contiene un nombre propio: el del pobre Lázaro.

Entonces, gritando, dijo: Padre Abraham, ten misericordia de mí y envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en agua y refresque mi lengua, porque estoy atormentado en esta llama.

Un Jueves Santo, Orula le advirtió: Hoy domínate y no andes con mujeres.

La gente huía de él porque le tenía miedo al contagio y sólo lo seguían algunos perros, a los que les gustaba lamerle las llagas.

Por mucho que suplicó, Olofi se negó a perdonarlo y, al fin, Babalú Ayé murió.

Se le considera hijo de Naná Burukú, pero en Abomey (África) sus padres son Kehsson y Nyohwe Ananou.

A estos episodios se limita la mención de Lázaro en el Nuevo Testamento.

Lázaro fue, según esa tradición, elegido obispo de Kition y murió 30 años después.

Al igual que ocurre con muchas poblaciones cubanas, al mencionar su patronímico siempre surge la curiosidad sobre su comienzo, mezclando la leyenda y la realidad, lo cual se transmite por tradición oral espontánea, de generación a generación hasta nuestros días.

Sin embargo, la imagen que se asocia en el sincretismo de Babalú Ayé es la de Lázaro, el mendigo y leproso, ya que como este, Babalú Ayé tenía llagas, andaba harapiento, con muletas y se hacía acompañar por perros.

Babalú Ayé representa las afecciones de la piel, las enfermedades contagiosas, especialmente las venéreas y las epidemias en el ser humano.

En realidad Babalú Ayé es un título que significa padre del mundo que se le daba a Chopono o Chakpata, el terrible Orisha de la viruela, cuyo nombre no podía pronunciarse.