Terremoto de México de 1985

[12]​ El número preciso de muertos, heridos y daños materiales nunca se conoció con precisión.Por otra parte, en lo referente a fideicomisos y empresas paraestatales, de 1155 que integraban el sector público, se ordenó la fusión, liquidación y transferencia o venta de 482 entidades no estratégicas ni prioritarias.Además, se llegó a acuerdos con 634 bancos privados, que le prestaron dinero al país.La administración pública del Distrito Federal se regía por el Reglamento Interior del Departamento del Distrito Federal, el cual se conformaba por su titular, el jefe de Departamento, quien se apoyaba en cinco secretarías: Gobierno, Desarrollo Social, Obras, Protección y Vialidad, así como las secretarías adjuntas; existía un oficial mayor, un tesorero, apoyado con tres subtesoreros; un contralor general; tres coordinaciones generales, veintiuna direcciones generales, y dieciséis delegados políticos.[1]​[5]​ Por su parte, el Servicio Geológico de los Estados Unidos determinó la magnitud del sismo en 8.0 (Mw),[27]​ mientras que la Sociedad Mexicana de Ingeniería Sísmica sostiene que este movimiento telúrico alcanzó la magnitud 8.2 (Mw).[33]​ Este terremoto tuvo diversas características inusitadas que amplificaron la destrucción provocada, de las cuales no se tenía registro instrumental sísmico previo.La cantidad de víctimas pudo ser peor, pero debido a la hora en que ocurrió el siniestro mucha gente se encontraba despierta, en el transporte público y no concentrada aún en sitios como escuelas y centros de trabajo.A estos últimos acuden quienes no tienen atención médica del IMSS o el ISSSTE.[37]​ Como medida precautoria, la entonces recién formada comisión interinstitucional médica, estableció que no se volverían a construir hospitales de primer nivel en el centro histórico.[9]​ Luego del sismo se reportaron los siguientes daños en la electricidad: El servicio tardó 96 horas en restablecerse por completo.[65]​ Las centrales telefónicas de San Juan y Victoria sufrieron graves daños, falleciendo por ello cuatro trabajadores en esas instalaciones.La gente que podía donaba artículos y contribuía como le fue posible al esfuerzo de recuperación.Las cruces dibujadas con un color rojo sobre papel eran suficientes para identificar personal o locales de auxilio.La UNAM, a pesar de no haberse visto afectada directamente, cerró sus puertas una semana suspendiendo clases para que los universitarios que así lo desearan pudieran integrarse a las brigadas de rescate y ayuda.Entre los esfuerzos civiles organizados, surgió el grupo que posteriormente se incorporaría como la Brigada de Rescate Topos.El Hospital General de la ciudad, así como hoteles y edificios públicos también resultaron con graves daños.Por los efectos en la zona, el sismo fue clasificado con los grados VIII-IX (destructivo-ruinoso) en la escala de Mercalli.Otras localidades ubicadas en la sierra de Michoacán, desde Coalcomán hasta Coahuayana, registraron daños menores sin derrumbes.Por los daños y víctimas registradas, el sismo en esta ciudad fue clasificado con grado VIII (destructivo) en la escala de Mercalli.En Manzanillo, el sismo fue catalogado con grado VI (moderado) en la escala de Mercalli, pero no dejó daños ni víctimas.[9]​ Dicha actitud inicial fue respaldada por el entonces embajador mexicano en Washington quien declaró, «solitos vamos a salir, México es más grande que sus problemas».El gobierno federal manifestó respecto al equipo de rescate, herramientas y algunos artículos medicinales, mantas, etc., los consumos de la ayuda recibida del extranjero hasta esa fecha, habían sido relativamente reducidos.Se informó que el Plan DN-III-E tenía sus antecedentes en 1966, cuando un desbordamiento del río Pánuco, provocó graves daños en los estados de Veracruz y Tamaulipas.Posteriormente, cuando la situación de emergencia había sido superada y las autoridades correspondientes asumían el control de la situación, el Ejército mexicano se integraba como una «colaboración más», para ayudar en las misiones que se le asignaran.[9]​ Luego, fueron trasladados a las distintas delegaciones del Distrito Federal resultando insuficiente, por lo que las autoridades habilitaron el entonces estadio de béisbol del Seguro Social (años después, se convertiría en el centro comercial Parque Delta) como anfiteatro, principalmente para los restos no reconocidos.Fue hasta cinco días después cuando la UNAM puso en marcha un sistema basado en tres equipos modelo Burroughs 7800.[12]​ Hubo gente que fue rescatada viva entre los derrumbes hasta diez días después de ocurrido el primer sismo.Dentro de las principales consecuencias psicológicas reportadas se encuentran la depresión, la psicosis colectiva —en mayor medida después del segundo sismo del día 20,[39]​ actitudes neuróticas e incluso de ataques sin sentido a la población.A esos bebés se les llegó a conocer como «Los niños/bebés del milagro», o «El milagro del Hospital Juárez»; la razón de este sobrenombre fue que en los siete días que estuvieron bajo los escombros, los bebés estuvieron completamente solos, no hubo nadie que les diera de comer o beber, nadie que los cubriera y les diera calor, y a pesar de tener todo en contra, los tres salieron vivos.Sin embargo, el 70 % de personas atendidas en este programa pertenecían a la delegación Cuauhtémoc.
Hospital General colapsado.
Edificio Conalep SPP colapsado.
Edificio de costureras colapsado, en San Antonio Abad 150.
Ruinas del edificio de Secretaría de Comercio y Fomento Industrial SECOFI.
Una de las torres del Conjunto Pino Suárez colapsada.
Ofrenda por el Día de Muertos junto a los restos del edificio Nuevo León de Tlatelolco.
Placa que indica un edificio reconstruido en la colonia Obrera , al sur del centro histórico de la Ciudad de México .