Exiliado en Portugal, evitó así ser juzgado durante los primeros años de la Segunda República por sus responsabilidades como ministro de la dictadura; no obstante, fue elegido diputado en todas las legislaturas, incorporándose a su escaño tras una amnistía durante el bienio radical-cedista en 1934.
Durante su estancia en Zaragoza, en cuya universidad se licenció en Derecho con nota media de matrícula de honor, José Calvo Sotelo colaboró asiduamente en el diario católico El Noticiero y fundó una revista universitaria titulada La Es...coba, que solo pervivió unos meses.
Su entrada en el Ateneo le permitió tomar parte activa en los debates que allí se celebraron, manteniendo fuertes polémicas con personajes como Ángel Galarza y Manuel Azaña, con quienes volvería a debatir, esta vez en el Parlamento, durante los últimos meses de su vida.
Además, siempre según Calvo Sotelo, «el Estatuto descansa en una concepción optimista del pueblo español.
La ley derogada, con su criterio centralizador y absorbente, oponía al ciudadano un muro muchas veces infranqueable.
Cada Región contaría con su propia asamblea deliberante, cuyas tres cuartas partes, como mínimo, habrían de ser elegidas por sufragio universal.
El Gobierno podría disolver una Región por causas graves de orden público o seguridad nacional, si bien esta medida debería ser ratificada por las Cortes.
La polvareda levantada por tal proyecto de decreto fue inmensa, haciendo que a Calvo Sotelo se le llamase el «ministro bolchevique».
El «Impuesto sobre rentas y ganancias», precedente directo del actual IRPF, gravaba a todos los contribuyentes según sus ingresos, conforme a una escala progresiva, pues se buscaba la igualdad del sacrificio, que, para Calvo Sotelo, "es la verdadera esencia, la médula, la raíz, de la equidad y de la justicia tributaria".
Mas no hubo ocasión, pues el exdictador falleció a la mañana siguiente, asistiendo Calvo Sotelo al funeral y publicando en ABC un elogioso artículo en su memoria.
Además, Calvo Sotelo consideraba necesario que Alfonso XIII abdicase en don Juan, pues ello haría más fácil la vuelta de la monarquía.
En febrero de 1933 Calvo Sotelo se trasladó a Roma, donde se entrevistó con Balbo y Mussolini para tratar de conseguir que apoyasen las iniciativas monárquicas, aunque no parece que estas entrevistas diesen, al menos en dicho momento, excesivos frutos.
A regañadientes, quizá lo hubiera aceptado como colaborador subordinado, pero le pesaba la compañía de quien con prestigio paralelo al suyo, arrastraba con su nombre compromisos tradicionales irrompibles».
[20] En julio, Ansaldo trató de tomar el poder en Falange, sin éxito, siendo expulsado por José Antonio.
No puedes presidir el posibilismo de ciertas derechas hacia la república, porque ya lo está haciendo Gil-Robles.
Acto seguido señaló las diferencias existentes en el seno del Frente Popular, donde coexistían elementos burgueses y marxistas, y pidió a Azaña que se esforzase en conseguir el mantenimiento del orden, petición en la que fue secundado por un durísimo discurso de Gil-Robles.
Tarradellas, en una entrevista, acusó también a Dolores Ibárruri de exclamar en esta sesión, dirigiéndose al diputado monárquico: «Este hombre ha hablado por última vez».
[31] Sin embargo, la controvertida frase no aparece en el Diario de Sesiones e Ibárruri siempre negó haberla proferido.
Fue asesinado en la madrugada del 13 quien, según el escritor peruano Felipe Sassone, fue «la mente política mejor organizada de España».
[37][39] Al parecer el grupo se dirigió en primer lugar a la casa de un militante falangista, pero la dirección que figuraba en la ficha era falsa.
Entonces se trasladaron a la casa del líder de la CEDA, José María Gil-Robles, quien estaba veraneando en Biarritz.
[47] A las ocho y media de la mañana, Condés se presentó en la sede del PSOE y pidió hablar con algún dirigente del partido, pero al no encontrarse en Madrid ningún líder de relevancia se llamó al diputado Juan Simeón Vidarte.
[51] Fueron arrestados varios Guardias de Asalto pero en cuanto comenzó la guerra civil, cinco días después, fueron puestos en libertad.
Otros socialistas implicados en el asesinato, como Francisco Ordóñez y Santiago Garcés Arroyo, fueron también destinados a puestos relevantes de las fuerzas republicanas.
Tanto en la capilla ardiente como durante el sepelio hubo profusión de saludos fascistas realizados por los asistentes.
Efectivamente, el asesinato del diputado de la oposición estando bajo custodia policial no era una situación normal.
Según dichas declaraciones, Aguirre habría encomendado la tarea al agente José Garriga Pato, masón y partidario del Frente Popular, y este tendría libertad para elegir a su compañero, optando por el policía, también masón, Rodolfo Serrano de la Parte, hecho del que según Aguirre Sánchez no tendría constancia la brigada de vigilancias políticas.
[65] A pesar de estas declaraciones, lo cierto es que este extremo no ha podido ser confirmado por investigaciones modernas.
[69] El historiador estadounidense Stanley G. Payne opinó sobre este asesinato: Ricardo de la Cierva y Hoces aportó la siguiente información:
José Calvo Sotelo escribió diversas obras como Estudio económico de la Hacienda Española (1929), En defensa propia (1932), Mis servicios al Estado.