Constitución española de 1876

[3]​ Partiendo de esta dualidad «constitución formal y funcionamiento real de la vida política» que va a caracterizar el régimen político de la Restauración,[4]​ «los partidos podían [desde el poder] desenvolver sus proyectos al mismo tiempo que disponer del presupuesto y de empleos en la administración con los que satisfacer a sus clientelas; es decir, otorgar favores a sus seguidores, que podían compartir ideas comunes, pero también buscaban beneficios materiales», ha afirmado Carlos Dardé.Para ello atrajo al sector del Partido Constitucional encabezado por Manuel Alonso Martínez que formó un nuevo grupo político llamado Centro Parlamentario.[23]​ «Esta solución permitía a Cánovas no implicarse directa y oficialmente en la decisión de mantener el sufragio universal para las primeras elecciones.[28]​ En el Manifiesto, hecho público el 9 de enero,[29]​ se hacía un llamamiento al consenso:[24]​Gracias a las «maniobras» del ministro de la Gobernación Francisco Romero Robledo[30]​ las elecciones, en las que hubo una abstención que, según las cifras oficiales,[31]​ superó el 45 % —el 65 % en las grandes ciudades—[32]​ depararon una mayoría abrumadora canovista en las Cortes (333 diputados sobre 391)[26]​[32]​[33]​ y los moderados solo obtuvieron doce escaños —«fueron destrozados en las urnas»—[34]​ por lo que muchos miembros del viejo partido de la época isabelina se unieron al partido de Cánovas.[43]​[44]​[45]​[46]​ «Las Cortes se encontraron con el hecho de que su labor no era propiamente constituyente.En cuanto a los temas conflictivos se optó por una redacción ambigua, a determinar por las leyes que la desarrollaran, con lo cual se hacía posible que cada partido, conservador o liberal, pudiera gobernar con sus propios principios, sin necesidad por ello de alterar la Constitución.[60]​[61]​[62]​[63]​ Sin embargo, con una y otra ley el fraude fue lo que caracterizó a las elecciones de la Restauración.Todos los ciudadanos que tenían derecho a votar se hallaban comprendidos en el censo electoral.[cita requerida] El tema más polémico de la Constitución fue sin duda la cuestión religiosa.Casi todos ellos dieron marcha atrás —«renegando del partido moderado»— y la propuesta de Cánovas pudo salir adelante.[72]​ La alternativa de Cánovas afirmaba el carácter confesional (católico) del Estado, pero al mismo tiempo establecía la tolerancia para las demás religiones a las que se permitía el culto privado.La medida puso fin a las dificultades experimentadas por las comunidades protestantes en España y a la serie interminable de conflictos que habían obstaculizado las relaciones exteriores (especialmente con Inglaterra) durante el reinado de Isabel II», ha afirmado el historiador Carlos Dardé.[6]​ Sin embargo, la solución que se dio a la cuestión religiosa no fue ninguna novedad pues coincidía con la que se había propuesto en la nonnata Constitución española de 1856, ha puntualizado Feliciano Montero.[35]​ El conflictivo artículo 11 de la Constitución, redactado personalmente por el propio Cánovas,[35]​ quedó finalmente así:[35]​
El liberal-conservador Antonio Cánovas del Castillo , presidente del Gobierno y principal promotor de la nueva Constitución
Manuel Alonso Martínez , líder del sector Partido Constitucional , que se sumó al proyecto de Cánovas de aprobar una nueva Constitución , abandonando la reivindicación de la Constitución española de 1869 . De acuerdo con Cánovas convocó la asamblea de notables reunida en mayo de 1875 y formó parte de la comisión de nueve miembros que redactó el proyecto de Constitución. Sus seguidores fueron llamados centralistas por el nombre del grupo que formaron: el Centro Parlamentario.
Francisco Romero Robledo , un « septembrista » «arrepentido» que se sumó al proyecto canovista . Como ministro de la Gobernación destacó por sus «maniobras» electorales para conseguir una mayoría aplastante para el Gobierno de Cánovas, inaugurando así una de las características definitorias del régimen político de la Restauración : el fraude electoral .
Sesión de apertura de las Cortes celebrada en el Palacio del Senado el 1 de julio de 1878 ( La Ilustración Española y Americana , 8 de julio de 1878).
Monumento a Alonso Martínez en la plaza que lleva su nombre de Madrid ( J. L. Parés , 1994).