Unidad católica de España

[5]​ En su encíclica Immortale Dei (1885), el papa León XIII justificaría de este modo la obligación de los Estados a profesar y favorecer exclusivamente la religión católica: Aun así, la Iglesia admitía que en los países con minorías religiosas importantes, por razones de pública utilidad, la autoridad tolerase algún «culto falso» como mal menor, con miras a asegurar la paz, o evitar males mayores.

[14]​ Antes del III Concilio Toledano, la península ibérica estaba dividida socialmente entre visigodos e hispanorromanos, estando los segundos, de fe católica, sometidos a los primeros, entre los que en un principio prevalecía el arrianismo.

La invasión árabe de la península ibérica vendría a cambiar esta realidad y durante la Reconquista coexistieron, tanto en la España musulmana como en los reinos cristianos del norte, tres religiones: el cristianismo, el islam y el judaísmo.

[20]​ Tras la expedición de Alfonso el Batallador, con la que colaboraron los mozárabes, una multitud de estos fueron deportados a África por decreto del emir almorávide Alí ibn Yúsuf en el año 1126[21]​ (miles de ellos lograrían regresar a España dos décadas después, estableciéndose en Toledo)[22]​ y pocos años después los que habían quedado, sometidos a un hostigamiento continuo, se vieron obligados, por decreto del sultán almohade Abd al-Mumin, a emigrar a Castilla y León o islamizarse, bajo pena de la vida y confiscación de sus bienes.

Tras la marcha de la antigua población musulmana, la región fue repoblándose paulatinamente con cristianos procedentes del norte.

[25]​ Tras la culminación de la Reconquista con la toma de Granada, los Reyes Católicos se propondrían recuperar definitivamente la unidad religiosa peninsular perdida en 711, pues la convivencia entre diferentes religiones en España generaba frecuentes y sangrientos tumultos.

[35]​ En su obra El Protestantismo comparado con el Catolicismo (1852), Balmes escribió que si Felipe II hubiera permitido la introducción del protestantismo en España, el resultado inmediato habría sido, como en los demás países, la guerra civil, lo que en España, según Balmes, hubiera tenido aún peores consecuencias políticas y hubiera deshecho la unidad de la monarquía española.

[37]​ Según García Rodrigo, gracias a su especial regulación, el resultado producido por la Inquisición habría sido positivo: Los códigos de Castilla, Aragón y Portugal mantendrían el principio de unidad católica hasta el siglo XIX, como recogían la Nueva Recopilación (1567) y la Novísima Recopilación (1805),[25]​ si bien el regalismo borbónico supuso un cierto menoscabo a la preeminencia de la Iglesia en el siglo XVIII.

Según este autor, el Credo y los Artículos de fe masónicos que por el año 1750 se importaron en España de las logias portuguesas, afirmaban su respeto a «todas las prácticas religiosas que la moral consiente, porque quiere sea respetada la que estime oportuna en conciencia» y negaban la divinidad de Jesucristo.

Aunque el rey Fernando VI, secundando las condenas pontificias, prohibió la masonería en 1751, apenas sería perseguida y poco después sus miembros empezaron a obtener puestos relevantes en la política.

[39]​ Además, la escuela jansenista, enemistada con los jesuitas y condenada como herética por la Santa Sede, empezaría a influir también en España en el siglo XVIII, propugnando un regalismo ilustrado que trataba de quitar prerrogativas al papa en favor del rey.

[42]​ Con Carlos IV incluso llegaría a ser Inquisidor general el jansenista Ramón José de Arce.

[45]​ Sin embargo, una vez liberado Fernando VII en 1823, el rey decidió no restablecer el tribunal del Santo Oficio y realizó una serie de concesiones a los liberales, lo que acabó motivando una nueva insurrección —también con foco principal en Cataluña— conocida como la guerra de los Agraviados, esta vez contra el gobierno del rey.

Tras la muerte de Fernando VII en 1833, estallaría la primera guerra carlista, en la que bajo una disputa dinástica combatirían durante siete años los partidarios del Antiguo Régimen y los del nuevo sistema parlamentario liberal.

[50]​ Puesto que los fueros vasco-navarros, que seguían vigentes, sancionaban la unidad católica en aquellas provincias (ya que solo permitían vivir en Vizcaya a cristianos viejos),[51]​ durante esta época el carlismo comenzó también a hacer bandera del fuerismo como parte esencial de su doctrina política,[52]​ poniendo de manifiesto que la libertad de cultos, el matrimonio civil y otras leyes del gobierno revolucionario suponían un contrafuero, como denunciaría el tradicionalista vizcaíno Arístides de Artiñano.

El nuncio apostólico manifestó al gobierno, en nombre del papa Pío IX, su preocupación y queja por el citado artículo, por las «funestas consecuencias que acarrearía a la nación española, la cual desde tiempo inmemorial se halla en posesión de la preciosa joya de la unidad católica».

En su programa afirmarían: La unidad católica es la primera ley fundamental de la sociedad española, y contra ella o no informada por ella, no hay ley que obligue, ni derecho que prevalezca, ni autoridad legítima, ni enseñanza lícita, ni doctrina libre, ni obra permitida; porque ella es en nuestra constitución secular raíz, base, norma y guía de toda autoridad y de todo derecho, y código supremo de toda acción y de toda doctrina.

[61]​ La conmemoración servía además a los tradicionalistas como contracelebración del primer centenario de la Revolución francesa.

[62]​ Don Carlos, caracterizado por el marqués de Cerralbo como el «nuevo Recaredo»,[61]​ había afirmado el año anterior: «Quiero establecer aquella Unidad perdida, y quiero vencer a esta Revolución, avasalladora de pueblos y reyes».

[67]​ El Partido Liberal y demás fuerzas de la izquierda pretenderían exactamente lo contrario que carlistas e integristas.

[72]​ Estas leyes no fueron vetadas por Alfonso XIII,[73]​ a pesar de las peticiones que le hicieron los obispos.

[74]​ Tras el asesinato de Canalejas se acabaron las tensiones entre el gobierno y la Iglesia; la situación comenzó a normalizarse con el gobierno de Romanones y la cuestión religiosa iría perdiendo intensidad en los años sucesivos, aunque no llegaría a desaparecer.

Truman se opondría asimismo al ingreso de España en la OTAN en 1952 debido a «las interminables demoras del Gobierno español en conceder la libertad religiosa».

[78]​ Durante la posguerra sectores tradicionalistas denunciarían estas presiones y la extensión del protestantismo en España.

Ya en 1938 Ramón Serrano Suñer, ministro del Interior del gobierno rebelde, había iniciado las obras de una mezquita en Ceuta, pronunciando un discurso con grandes elogios a los musulmanes,[80]​ y en 1947 las autoridades franquistas inauguraban la Mezquita Central de Melilla.

Las pastorales del cardenal Segura y los escritos del obispo Zacarías de Vizcarra hicieron a su vez referencia a la «inmensa propaganda protestante» que estaba teniendo lugar en España.

[86]​ Entre las publicaciones que mostraron su oposición frontal al proyecto de libertad religiosa destacaron, entre otras, las revistas Juan Pérez, ¿Qué pasa?

[90]​ El proyecto, que se debatiría acaloradamente en las Cortes franquistas, llegó a recibir 239 enmiendas.

[92]​ Presentaron enmiendas contra la totalidad del proyecto el barón de Cárcer, Ramón Albistur Esparza y Fermín Yzurdiaga.

Desde 1989 este quincenario organizó anualmente en Zaragoza unas Jornadas por la Unidad Católica de España.

El papa Bonifacio VIII definió en el año 1302 el dogma Extra Ecclesiam nulla salus (fuera de la Iglesia no hay salvación).
El papa Pío IX , autor de la encíclica Quanta cura y el Syllabus , en que condenaría los «errores modernos».
León XIII en 1887.
El papa Pío X en 1910.
Monjes católicos pagando un rescate para liberar a cautivos cristianos.
El inquisidor general Tomás de Torquemada (1420-1498).
La promulgación de la Constitución de 1812 , obra de Salvador Viniegra .
Juan Bravo Murillo , presidente del gobierno cuando se firmó el Concordato de 1851 .
Gobierno provisional de 1869 . Muchos de los ministros eran masones .
«Paralelo», dibujo aparecido en 1875 en la revista liberal y anticarlista La Madeja , que ofrece la disyuntiva entre una España absolutista e inquisitorial y una España con mezquitas en la que católicos, protestantes y musulmanes conviven armoniosamente .
Un mártir por la Unidad Católica (grabado de Paciano Ross que representa una escena de la tercera guerra carlista ).
Iglesia protestante de Madrid inaugurada en 1893, durante el gobierno de Sagasta . La regente María Cristina llegó a asegurar que intervendría para clausurarla.
Mezquita de Muley El Medhi en Ceuta , inaugurada el 18 de julio de 1940.
Fernando María Castiella , artífice de la ley de libertad religiosa de 1967.