La masonería no tuvo en la España del siglo XVIII existencia orgánica.
El masón quedó así anatemizado y asociado con términos como "hereje", "judío", "ateísta", "jansenista", "maniqueo", etc.
[7] Así lo advirtió también Benito Pérez Galdós, tan interesado por lo relacionado con la masonería en sus Episodios nacionales, donde escribe:
Así pues, "se mantiene inmutable... el discurso descalificador y apocalíptico del antimasonismo dieciochesco".
Sin embargo, hubo masones que no recibieron un trato tan benévolo, como le sucedió al militar liberal Juan van Halen que en 1817 fue torturado durante dos días tras ser detenido por la Inquisición.
[14] Durante este período los masones permanecen en la clandestinidad, lo que no impide que a partir del bienio progresista (1854-1856) la masonería cobre nuevo impulso, especialmente en Cuba, donde algunas logias masónicas participarán en el movimiento independentista, como ya había sucedido en las colonias americanas que se emanciparon de España entre 1810 y 1825.
Esta última era más democrática y contaba como Gran Maestre a Manuel Ruiz Zorrilla, uno de los políticos más destacados del Sexenio y que fue presidente del gobierno en 1872-1873 durante el reinado de Amadeo I.
[11] Durante este período los masones pudieron darse a conocer y expresar públicamente sus opiniones.
En 1889 nace el Gran Oriente Español, bajo la presidencia de Miguel Morayta, aunque en Cataluña tuvo que compartir la hegemonía con la Gran Logia Simbólica Regional Catalano Balear, de tendencia nacionalista catalana, creada tres años antes y que fue la primera obediencia peninsular que no obligó a sus miembros a reconocer la existencia del Gran Arquitecto del Universo.
[16] Durante estos años también crece la antimasonería, estimulada por la Iglesia católica —en 1884 León XIII publica la encíclica Humanus Genus en la que vuelve a condenar extensamente a la masonería— que la considera uno de sus principales enemigos.
Según Pere Sánchez, "los motivos para atacarla con tanta virulencia eran de diferente tipo.
[17] Un ejemplo de esta campaña antimasónica es una obra publicada en 1899 por el integrista valenciano Manuel Polo y Peyrolón en la que decía lo siguiente sobre la masonería:[18]
[20] La masonería no fue en absoluto ajena a los conflictos políticos que se vivieron en España en las primeras décadas del siglo XX.
Su organización en Cataluña, por ejemplo, pasó a llamarse Gran Logia del Nordeste de España.
[21] Por otro lado, en este primer tercio del siglo XX, las logias dejaron de ser un lugar exclusivo de las "clases medias" al irse incorporando la clase obrera, aunque fue minoritaria.
Los pioneros fueron algunos anarquistas catalanes que desde finales del XIX se habían integrado en las sociedades masónicas, como algunos dirigentes de la FTRE, entre los que destacó Anselmo Lorenzo, que desde 1883 mantuvo una intensa actividad en la logia barcelonesa Hijos del Trabajo y después llegó a ser Maestro Venerable y Orador de la logia Lealtad.
Ese mismo año las logias catalanas Lealtad (a la que se incorporó al año siguiente Lluís Companys) y Fénix, integradas en el Gran Oriente Español, editaron un folleto (firmado por Manuel Portela Valladares) condenando a la III Internacional.
La propaganda franquista posterior quiso descalificar a la Segunda República Española argumentando que era obra de la masonería.
Sin embargo, a diferencia de lo que sucedió en el resto del país, este templo nunca fue destruido.
La Audiencia Nacional basó su sentencia en el libre derecho de asociación, reconocido y amparado en la Constitución.
En 1979 reanuda sus trabajos la Federación Española de la Orden Masónica Mixta Internacional Le Droit Humain - El Derecho Humano que continúa los trabajos interrumpidos en 1938 aunque, como otras instituciones y organizaciones españolas tras la Guerra Civil, mantuvo la luz encendida en el exilio.
En 2003 nace el Gran Priorato de Hispania, obediencia cuya peculiaridad reside en que solo admite a cristianos en su seno.
De igual modo, en el año 2001, se crea el Grande Oriente Ibérico, obediencia liberal que, al igual que la Gran Logia Simbólica Española, acoge a talleres masculinos, femeninos y mixtos y que trabaja mayoritariamente en el Rito Francés tanto en la península ibérica como en México y Francia.