Los Ejercicios han sido escritos con la intención de orientar a la persona hacia Dios en la fe católica.
[6] También pasó gran parte de su tiempo rezando en una cueva cercana, donde practicó un ascetismo riguroso.
Aunque originalmente los diseñó para que tuvieran lugar en el marco de un retiro apartado, durante el cual los ejercitantes no se concentraran en nada más que en los Ejercicios, Ignacio también proporcionó un modelo en sus notas introductorias para completar los Ejercicios durante un período más largo sin necesidad de reclusión.
Los Ejercicios también han influido en los fundadores de otras órdenes religiosas, y llegaron a ser centrales en su labor.
Luego comenta a su director espiritual qué significado tuvieron para él/ella estas instrucciones.
Las conversaciones privadas no son permitidas a menos que sean con el director espiritual, con pocas excepciones.
Se diferencian en que permiten continuar con los compromisos de cada día reservando un tiempo diario para la oración.
[11] Los Ejercicios espirituales están divididos en cuatro semanas en las que se guarda silencio para impulsar un ambiente de oración.
Por último, se le propone un coloquio con Dios o con algún personaje destacado dentro de la meditación planteada.
Por lo tanto, los ejercicios adquieren un formato de diálogo entre el ejercitante y Dios.
Además, muchos programas de trabajo jesuitas en todo el mundo ofrecen retiros al público en general en los cuales se emplean los ejercicios.
[16] La primera edición impresa de los Ejercicios Espirituales se publicó en latín en 1548, tras recibir la aprobación papal del papa Pablo III.
Muchas ediciones posteriores en latín y en varias otras lenguas se imprimieron pronto con textos muy diferentes.