Dirigentes socialistas como Julián Zugazagoitia tenían una pésima opinión sobre Cuenca, por su carácter agresivo y violento.
En 1936, durante un mitin electoral Luis Cuenca intervino personalmente para proteger a Indalecio Prieto, después de un alboroto.
En medio de la indignación, muchos clamaban venganza por este y otros asesinatos cometidos por pistoleros derechistas.
Desde Pontejos partieron varias camionetas policiales con listas de falangistas a los que detener.
La mayoría de autores que han investigado este suceso, en especial el historiador Ian Gibson y el escritor Luis Romero, coinciden en señalar a Cuenca como el autor material del disparo que mató a Calvo Sotelo.
[10] Fueron arrestados varios Guardias de Asalto pero en cuanto comenzó la guerra civil, cinco días después, fueron puestos en libertad.