Abandonó sus estudios movido por su inclinación a las letras y la música; en algún periódico limeño popularizó su seudónimo El Nene, que utilizaba para publicar crónicas taurinas.
En 1950 nuevamente pasó a Lima, pero al año siguiente fue nombrado agregado cultural en España, permaneciendo en la capital española hasta sus últimos días.
Otras obras destacables son El intérprete de Hamlet (1915) y La canción de Pierrot (1912), «fantasía lírica» con música del maestro Palacios y aire decididamente valleinclanesco: Su ideología conservadora se expresa especialmente en las comedias escritas en la posguerra, como Un minuto... ¡y toda la vida!
«Verdadero maestro del lenguaje, dedicó incontables artículos de prensa a curiosas y doctas aclaraciones filológicas».
[1] Inició su actividad literaria escribiendo novelas imbuidas de erotismo y sensualidad, que sacudieron el ambiente limeño.
A partir de 1912 se enfocó más en la dramaturgia, aunque sin dejar del todo el género novelístico.