[13][10][4][12] Durante sus primeros años como actriz solía realizar papeles de dama joven e ingenua.
[9] Tanto es así que se convirtió en inspiración para autores teatrales del momento como Pérez Galdós, Valle-Inclán, Clarín y José Echegaray.
[11] Amplió sus estudios teatrales en París con el actor y director Benoît-Constant Coquelin en 1891, quien le enseñó a declamar.
[14][11][9] De vuelta a España, en 1892, volvió al Teatro de la Comedia como primera actriz con Emilio Mario, pero dos años más tarde, en 1894, abandonó la compañía para crear la suya propia y se embarcó en un proyecto muy ambicioso en el Teatro Español.
Un año más tarde se permitió su reapertura gracias a unas pequeñas modificaciones, pero el local no cumplía con unas condiciones mínimas y era un fracaso.
Entre 1901 y 1909 tuvo la posibilidad de volver a este teatro estrenando grandes obras en él y compaginando estas representaciones con otra gira internacional por Latinoamérica en 1908, pero ya no se sentía a gusto porque sentía limitada su libertad.
[9][14][15][12] También dio trabajo a actrices y actores importantes de la época como Elena Salvador, María Cancio, Catalina Bárcena, Emilio Masejo, Emilio Thuillier, Josefina Blanco o María Fernanda Ladrón de Guevara[18] y llegó a actuar con actrices internacionales como Sarah Bernhardt en una actuación en francés que tuvo lugar en el Teatro Español.
Carola tuvo en Lima (Perú) un niño, quien luego ha resultado ser el gran actor Fernando Fernán Gómez, nieto de la actriz.
Fernán Gómez nunca fue reconocido por la familia Díaz de Mendoza-Guerrero, y tampoco por su padre, con el que llegó a encontrarse en al menos una ocasión.
[11] Por todo ello se considera que fue doña María Guerrero quien llevó al teatro español a la modernidad.
Estos tres artistas no fueron los únicos que la pintaron, también lo hicieron José Vallejo, Anselmo Miguel Nieto, Ricardo Baroja o Daniel Vázquez Díaz, cuyo retrato de la empresaria y actriz pertenece en la actualidad al museo Reina Sofía, aunque tampoco esté expuesto.