Emilio Mario

Incluyó en su repertorio obras que representaban las tendencias más actuales en aquel momento, viajando a París para conocer las nuevas corrientes y observar las formas organizativas de la Comédie Française.

Conoció a buena parte de los grandes actores franceses de su tiempo y renovó la escena española imponiendo un mayor realismo escénico desde 1875, dentro del Naturalismo, seleccionando minuciosamente vestuario, mobiliario y atrezo, a imitación de André Antoine y su Théâtre Libre.

A Mario se le debe la imposición de una disciplina firme aunque poco contundente en apariencia, fundamentada en su autoridad y en el respeto mutuo.

Rechazó tópicos como que los tontos eran peludos, los sabios calvos, los militares bigotudos, los banqueros con patillas, los maridos celosos con largos mostachos etcétera; y acabó con convencionalismos como que no se pudiese empezar en silencio, o los actores no pudiesen volver la espalda jamás al público.

En El cura de Longueval hizo "llover" en escena con convincente verismo por primera vez.