Homero

Homero (en griego antiguo: Ὅμηρος, Hómēros; siglo VIII a. C.) es el nombre dado al aedo a quien tradicionalmente se atribuye la autoría de los principales poemas épicos griegos: la Ilíada y la Odisea.

Desde el período helenístico se ha cuestionado que el autor de ambas obras fuera la misma persona; sin embargo, antes no solo no existían estas dudas, sino que la Ilíada y la Odisea eran considerados relatos históricos reales.

Por tanto, cuando no había literatura propiamente dicha (escrita), se les confiaba el trabajo de recordar la poesía épica local y, con ella, los acontecimientos pasados.

La tradición sostenía que Homero era ciego, y varios lugares reclamaban ser su lugar de nacimiento: la isla de Quíos, Esmirna, Colofón, Atenas, Argos, Rodas, Salamina, Pilos, Cumas e Ítaca.

[2]​ Pausanias transmite una tradición de los chipriotas, quienes también reclamaban para sí a Homero:

[c]​ Dejando Chipre mojado y llevado por las olas, Cantando él solo el primero las glorias de la espaciosa Hélade Sin embargo, también se conserva el siguiente epigrama, atribuido al poeta helenístico Alceo de Mesene, en el que Homero niega su origen salaminio y niega que se erigiera una estatua suya en esta ciudad y que su padre fuera un tal Demágoras: Aunque ya en la época de la Grecia Clásica nada concreto y seguro se sabía de Homero, a partir del periodo helenístico empezaron a surgir biografías que recogían tradiciones muy diversas y a menudo datos de contenido fabuloso.

Pausanias recoge esta tradición y habla sobre una estatua de Homero que vio y un oráculo que leyó en el Templo de Apolo, en Delfos: Dichoso e infortunado, pues naciste para cambiar cosas, Buscas una patria.

Algunos autores antiguos le atribuían el Ciclo épico completo, que comprende más poemas sobre la guerra de Troya así como epopeyas que narraban la vida de Edipo y guerras entre argivos y tebanos.

[10]​ El Certamen de Homero y Hesíodo, una obra muy tardía, suponía que eran contemporáneos entre sí.

En cambio, Éforo, Lucio Accio[10]​ y la Crónica de Paros[e]​ decían que Hesíodo había sido anterior.

Sin embargo, otros autores, como los filólogos Alfred Heubeck y Carlo Odo Pavese, niegan que de esa inscripción pueda extraerse tal conclusión.

Muchos clasicistas sostienen que esta reforma implicó la confección de una versión canónica escrita.

[15]​ Por otro lado, el clasicista Richmond Lattimore escribió un ensayo titulado Homero: ¿Quién era ella?

[16]​ La solución propuesta por algunos autores como Albert Lord y posteriormente por la filóloga Minna Skafte Jensen es la «hipótesis de la transcripción», en la que un «Homero» iletrado dicta su poema a un escriba en el siglo VI a. C. o antes.

Homero concebía un mundo que estaba completamente rodeado por Océano, el cual era considerado padre de todos los ríos, mares, fuentes y pozos.

Se trata de un catálogo del que muchos nombres de lugares ya no podían ser reconocidos por los geógrafos griegos posteriores a Homero, pero en el que no se ha podido demostrar ninguna localización errónea.

Cada caudillo tenía un séquito personal formado por personas que guardaban un alto grado de lealtad.

En las relaciones exteriores era importante la hospitalidad, que era una relación en la que los caudillos estaban obligados a ofrecerse mutuamente alojamiento y ayuda cuando uno de ellos o un embajador suyo viajara al territorio del otro.

Los comentarios escritos sobre ellos en el período helenístico exploraron las inconsistencias textuales de los poemas.

La investigación (encabezada por los antes mencionados Parry y Lord) de las épicas orales en idioma croata, montenegrino, bosnio, serbio y en lenguas turcas demostró que largos poemas podían ser preservados con consistencia por culturas orales hasta que alguien se tomase la molestia de ponerlos por escrito.

El desciframiento del lineal B en los años 50 por Michael Ventris y otros constató una continuidad lingüística entre la lengua notada por la escritura micénica del siglo XIII a. C. y la lengua de los poemas atribuidos a Homero.

En cambio, Moses I. Finley arguye que lo descrito por Homero no era ni el mundo micénico ni su propia época, sino la Edad Oscura de los siglos X y IX a. C., en todo caso una época anterior al desarrollo de las polis en el siglo VIII.

[20]​ Los descubrimientos arqueológicos han aportado ciertos elementos desaparecidos con la caída de dicha civilización, pero cuyo recuerdo (topónimos, objetos, costumbres, etc.) guardó Homero.

A veces la métrica del hexámetro dactílico permite encontrar tanto la forma inicial como explicar ciertos giros.

La influencia que tuvieron, por su importancia, en otros géneros literarios contemporáneos o posteriores es fácilmente rastreable en la lírica y el teatro griegos.

La vinculación de la lírica a la épica es evidente en temas, influencia de vocabulario «épico» («homerismos», arcaísmos conservados por Homero, palabras muy técnicas sobre la guerra, etc.), las fórmulas homéricas, los epítetos tradicionales, muchas escenas épicas (aumentadas, cambiadas o satirizadas para dar cuenta de la originalidad del poeta lírico).

En la épica queda un corpus cerrado interpretado por un rapsoda que se limita a ponerlo en ejecución.

Sin embargo, el yambo es una parte de la lírica relativamente poco afectada por la épica.

Los temas de la épica muchas veces aparecen totalmente parodiados, su lenguaje no es en absoluto elevado sino completamente contrario, y el autor se manifiesta y da datos de sí mismo: el objetivo del yambo es escarnecer a otra persona y contar historias realistas de personajes absolutamente antiheróicos.

Homero y su lazarillo (1874), de William-Adolphe Bouguereau .
Arriba, el fragmento de la inscripción en la llamada Copa de Néstor . Abajo, posible reconstrucción de su contenido completo.
Relieve Apoteosis de Homero , conservado en el Museo Británico .