Este rito era celebrado también por los fenicios y otros pueblos del mundo semítico noroccidental, que lo llamaban «marzeaḥ».
Era un foro en el que las familias respetadas conversaban, debatían, conspiraban, o simplemente, se divertían con los demás.
[5] La palabra «simposio» (en griego antiguo: συμπόσιον, sympósion), que traducimos por «banquete», significa propiamente «reunión de bebedores».
Para entenderlo bien hay que saber que cualquier invitación o banquete de cofradía religiosa u otro tipo de asociación (tíaso) tenía dos partes: Pero en la primera parte no quedaba excluida la bebida, y tampoco todo alimento sólido en la segunda.
A los invitados, si lo deseaban, se les servía vino; y después, durante el simposio propiamente dicho, para tener sed, picoteaban «postres» (tragēmata), como fruta fresca o seca, dulces, habas o garbanzos tostados, etc. Tanto en Atenas como en las sisitias espartanas, se trataba siempre de comidas entre hombres, celebradas en el andrón.
Los parásitos de los que tanto se burlaron los poetas cómicos, buscaban siempre un pretexto para comer y beber bien.
La cena comenzaba a menudo con el propoma, cuyo nombre podríamos traducir por «aperitivo».
Algunos invitados, a los que sólo se espera para el simposio propiamente dicho, podían llegar después de la cena.
La libación consistía en beber una pequeña cantidad de vino puro y en rociar algunas gotas invocando el nombre del dios.
El que desobedecía al rey del banquete debía cumplir una especie de castigo, por ejemplo bailar desnudo o dar tres vueltas a la habitación llevando en brazos a la tañedora de aulós, cuya presencia era obligada.
Poetas populares como Teognis, Anacreonte y Cidias[10] también intervenían en estos recitales improvisados, que se prolongaban hasta bien avanzada la noche.