En época moderna, desde fines del siglo XIX se consideraba que tanto el catálogo de las naves como el catálogo de los troyanos eran añadidos recientes a la Ilíada.
Este autor sugirió que, en época micénica, existió una lista de participantes en una expedición contra Troya que fue trasladada a Asia Menor, donde fue versificada y, después de un proceso de transmisión oral, Homero le dio la forma final, resultando una mezcla de elementos procedentes del primitivo poema y adiciones realizadas por Homero.
Por su parte, Adalberto Giovannini en 1969 objetó estos puntos de vista al señalar que los lugares mencionados en el catálogo desconocidos por autores como Pausanias o Estrabón pudieron haber desaparecido entre la época arcaica y la de estos geógrafos.
Otro estudio detallado del catálogo tuvo lugar en 1997 por Edzard Visser.
Para ello se apoyó en el estudio de Visser y en las inscripciones de algunas tablillas de Tebas encontradas en los años 90 que recogen varios topónimos de lugares cuya localización era desconocida con posterioridad, además del caso particular de Eutresis, lugar que, según los datos arqueológicos, fue destruido en época micénica y no volvió a ser ocupado hasta aproximadamente el año 600 a. C. Esta conclusión, no obstante, ha sido criticada por González García, que señala que hay una importante diferencia entre admitir la presencia de topónimos que desaparecieron en una determinada época y defender que esto es un argumento definitivo para datar el catálogo.
Otra lista con algunas semejanzas al catálogo de las naves se encuentra en el libro XIII de la Ilíada, que se ha denominado como Catálogo pequeño, donde se enumeran los diferentes contingentes que lucharon contra los troyanos comandados por Héctor junto a las naves para impedir que estos les prendieran fuego.