[3] Su padre Maxime David, un profesor francés de filosofía judío, murió cuando ella tenía un año, en la Primera Guerra.
Se acordaba bien de los "señores" que venían al Liceo Molière a enseñar latín y griego, toda una hazaña en una escuela femenina en los años 20.
Jacqueline fue una de las primeras estudiantes que tuvieron acceso a las lenguas muertas y se convertirá pronto en la primera chica a los 17 años, en ganar el Concurso general en latín y griego.
[4] De 1973 a 1984, desempeñó una cátedra sobre la Grecia antigua (sobre el brote del pensamiento moral y político).
[8] En 1975, fue elegida por la Académie des Inscriptions et Belles-Lettres, y fue la primera mujer en pertenecer a ella, que además presidió en 1987.
[4] '«Tuve la suerte de ser parte de una generación en la que las mujeres podían subirse a un podio por primera vez, en que las puertas se abrieron finalmente'», dijo a la revista Le Point en 2007.
[9] Presidió la famosa sociedad Guillaume Budé, durante unos años, y luego siguió siendo su presidente de honor.
[11][12] En sus últimos años, ya ciega, seguía pensando y publicando con la misma pasión que en su juventud, señaló en su necrológica el escritor y filólogo Carlos García Gual recordando el balance que la propia investigadora había hecho sobre su vida: «Haber sido judía bajo la ocupación, acabar sola, casi ciega, sin hijos ni familia, ¿es sensacional?
[4] Se interesó por la enseñanza del griego antiguo y se mostraba preocupada por el abandono en Francia del estudio de las lenguas clásicas y el declive de la formación en humanidades.
Recibió el doctorado honoris causa de las más prestigiosas universidades: Oxford, Atenas, Heidelberg, Dublín, Montreal y Yale.
[13] En 1995 recibió la concesión honorífica de la nacionalidad griega y en el 2000 fue designada embajadora del helenismo.