[55] El primer empuje del movimiento se debió al éxito de las correrías por territorio lamtuna, que le permitió hacerse con un importante botín.[29] Las primeras campañas militares para imponer por la fuerza la reforma religiosa y social que defendían tuvieron lugar en torno al 1049-1050 en las zonas costeras del Senegal.[44] Dominado el desierto y unida la confederación tribal, los almorávides se aprestaron a lanzarse contra Marruecos, del que eran por entonces señores los cenetes.[77] Los tres principales centros urbanos controlados por los almorávides eran entonces Siyilmasa, Aretnena, cercana a Audagost, y Azugui, al norte de Atar.[92] Esta victoria hizo que el mando militar almorávide pasase del fallecido Yahya a su hermano Abu Bakr.[95] La penetración en el Anti-Atlas tampoco fue difícil, pues poblaban la región otros grupos cenhegíes, que se unieron sin recelos a los almorávides.[124][131] Aunque se afirma que los almorávides podían reunir hasta treinta mil soldados, en general constituían sus ejércitos fuerzas mucho menores.[141] La mayoría de las campañas, como sucedió durante toda la Edad Media, se realizaban en las estaciones más suaves del año; raras fueron las emprendidas en invierno.[147] Tardó diez o doce años de continuas campañas en someter Takrur y tomar en el 1076 la capital del imperio, Kumbi Saleh, que saqueó.[181][179][182][180][162] A finales del siglo XI, el Magreb quedó dominado por tres grupos bereberes: los almorávides, los hamadíes y los ziríes.[208][209][203][162] Al mismo tiempo, Alfonso VI había abandonado el asedio de Zaragoza,[195][210] pasado por Toledo y avanzaba por tierras pacenses.[212] Durante dos años,[219] empero, reinó una calma relativa en la península, mientras Ibn Tašufín reforzaba su control del territorio magrebí y las fuerzas cristianas se reagrupaban.[217] En Xarq al-Ándalus, los castellanos amenazaban Murcia desde Aledo y en Valencia el Cid acaudillaba una gran hueste, pagada por los tributos que recibía de los soberanos musulmanes del sureste.[220][225][221][222][213] Ante esta situación, notables de la región y el emir sevillano solicitaron a Ibn Tasufín que realizase una segunda campaña contra los cristianos.[241][219] El emir no parece haber contado esta vez con la colaboración de las taifas andalusíes y, para asegurarse la retaguardia ante nuevas campañas contra los cristianos ibéricos, se aprestó a someterlas.[255][257][258] Al mismo tiempo, otra hueste almorávide se hizo con Almería,[230][258] cuyo nuevo emir la abandonó y fue a refugiarse en la corte de los hamadíes del Magreb.[300] Aunque a finales del 1102 conquistaron Assir, fueron derrotados por el emir hamadí y perdieron temporalmente Tremecén, que fue saqueada como castigo por la incursión almorávide.[297] Aunque pagase parias a los cristianos y hubiese empleado al Cid, el emir zaragozano también trataba de mantener buenas relaciones con los almorávides.[268][296] Esta taifa conservó la independencia gracias, en parte, a las buenas relaciones que Al-Musta'in II de Zaragoza mantuvo con el emir Yúsuf ibn Tasufín.[336] Los jefes militares almorávides mantuvieron un acoso constante contra los enemigos del norte, que se encontraban en una situación desigual para afrontarlo.[344][338][345] La derrota castellana supuso un desastre militar: quedó desmantelada la frontera fortificada del Tajo, en la que se perdieron una serie de plazas (Medinaceli,[346] Huete,[347] Ocaña y Cuenca).[367] Aprovechando el desconcierto en Zaragoza por la muerte del valí en 1116-1117, Alfonso I reanudó las acometidas contra la ciudad y su comarca, que mantuvo en zozobra constante.[371][364][370][366] Poco después se hizo con diversas plazas de la llanura al sur del Ebro: Tarazona, Moncayo, Borja y Épila.[371][364][357] La operación resultó un desastre para los almorávides, que sufrieron una terrible derrota en la batalla de Cutanda,[369][364][366] librada en junio o julio del 1120 entre esta localidad y Calamocha.Así, el rey aragonés emprendió en septiembre del 1125 una incursión militar por Andalucía que,[387][349] aunque no le llevó a conquistar Granada, sí puso en evidencia la debilidad militar de los almorávides para esas fechas, pues los venció en campo abierto en la batalla de Arnisol, saqueó a placer las fértiles campiñas andaluzas desde Granada hasta Córdoba y Málaga, y rescató a un nutrido contingente de mozárabes para, con ellos, repoblar las recién conquistadas tierras del Valle del Ebro.[397][394] Los almorávides sí que lograron, sin embargo, frustrar una expedición similar por tierras de Badajoz organizada por los magnates salmantinos en marzo o abril del 1134.[399][392] El gobernador general andalusí, Tasufín ibn Ali, envió abundantes refuerzos, que vencieron a Alfonso en la reñida batalla de Fraga.[427] La lucha contra los almohades quedó a partir del 1139 en manos del nuevo heredero al trono, Tasufin ben Alí ben Yúsef, que se había destacado en la lucha contra los cristianos de la península ibérica y había sucedido como tal a su hermano Sir, fallecido el año anterior.[433] En el 1142, los almohades se apoderaron de gran parte del Marruecos septentrional montañoso, aunque sin infligir grandes derrotas al enemigo.[434] Del 1140 en adelante, las tribus fueron pasándose a los almohades, aunque Ben Alí y Reverter continuaron una denodada defensa de las llanuras centrales.
Caravana cruzando el desierto. La conquista de
Siyilmasa
otorgó a los almorávides el control de uno de los principales centros de las rutas transaharianas occidentales.
Dinar
almorávide de
Alí ben Yusuf
. Almería, 1106-1142. El oro obtenido del comercio transahariano les permitió a los almorávides acuñar monedas de este metal. Una de las cecas del imperio se hallaba en
Siyilmasa
, importante centro del comercio del Sáhara.
Vista de una población del
Atlas
. Los almorávides sometieron a las poblaciones bereberes —principalmente
masmudíes
— de la cordillera en una serie de campañas.
Marraquech, vista de la muralla defensiva. Marrakech, fundada por
Yusuf ben Tasufín
, se convirtió en la capital del imperio y representó el fin de la independencia de los musulmanes andalusíes que tuvieron durante todo el
califato de Córdoba
y el posterior periodo de
taifas
.
Situación territorial de la península ibérica en el 1080, en vísperas de las campañas de Yusuf ben Tasufín. Estas concluyeron con la eliminación de las
taifas
y la incorporación de sus territorios al imperio almorávide.
Miniatura del infructuoso
sitio de Aledo
que tuvo lugar en el verano del 1088. Las disensiones entre los reyes de taifas hicieron fracasar la campaña. Los posteriores acuerdos de estos con
Alfonso VI
para evitar las represalias disgustaron a los almorávides, que se decidieron a eliminarlos.
Alfaquí
con discípulos. Los alfaquíes fueron partidarios decididos de los almorávides, a los que veían como revitalizadores de la ortodoxia islámica y azote de los licenciosos monarcas andalusíes.
Máxima extensión del imperio almorávide, alcanzada durante el reinado de Alí ibn Yúsuf, a principios del siglo
XII
.
Vista interior de la cúpula de la Koubba Ba'adiyn (1120), en
Marrakech
.
La expansión
almohade
, a costa del Imperio almorávide, que destruyó.