Su pesimismo viene, sin embargo, atemperado por un particular sentido del humor, entre negro y sórdido (véase Comentarios sobre el autor).
Según su más importante biógrafo, James Knowlson, las aficiones culturales del irlandés comprendían la historia, la música y la pintura, materias en las que era considerado un experto.
[21] Beckett estudió francés, italiano e inglés en el Trinity College de Dublín, entre 1923 y 1927, siendo considerado alumno muy brillante.
[37] Expresó dicha aversión leyendo un artículo hiperculto en la Modern Language Society, de Dublín, en el que ridiculizaba la pedantería profesoral.
Beckett renunció a su puesto en el Trinity al final de 1931, dando así por concluida su breve carrera académica.
Beckett nunca quiso traducir esta obra al francés, por considerar que eso constituiría un «insulto a Proust».
Esta conferencia le causó un gran impacto emocional, tanto fue así que Beckett la seguiría recordando muchos años más tarde.
Beckett, mientras tanto, terminó Murphy, y posteriormente, en 1936, partió a un gran viaje por Alemania durante el cual llenó varios cuadernos con los apuntes sobre las obras de arte que había visto, haciendo notar asimismo su profundo disgusto con el avance del salvajismo nazi que se iba apoderando del país.
[49] Según Knowlson, no pasaría mucho tiempo antes de que el escritor pusiese sobre la mesa sus credenciales antinazis (p. 261), refiriéndose sin duda a su participación, pocos años después, en la Segunda Guerra Mundial.
[50] Knowlson recuerda, sin embargo, lo mucho que amaba Beckett el campo de Irlanda y a sus gentes ordinarias.
Retiró los cargos, en parte para evitarse otras molestias procesales, pero también porque encontró que Prudent era persona agradable y de buenas maneras.
Allí, se hizo pasar por campesino,[66] y continuó apoyando a la Resistencia almacenando armas en el garaje de su casa.
[69] Mientras estuvo escondido en Roussillon,[70] continuó trabajando, «como terapia»,[71] en su novela cómica Watt, empezada en 1941 y completada en 1945, aunque no publicada hasta 1953.
Beckett empezó en ese tiempo a escribir su cuarta novela, Mercier et Camier, que no sería publicada hasta 1970.
Lindon le preguntó el porqué y Beckett contestó que la publicación de esa novela sería la bancarrota para la editorial.
[83] Tras muchos esfuerzos por publicarla (fueron años de dificultades económicas, en los cuales tuvo que dedicarse a la traducción para subsistir, siempre en esta tarea apoyado por su mujer), lo hizo finalmente en 1952.
[89] Como se ha dicho, Beckett escribía ahora mayormente en francés, y tradujo sus obras él mismo al inglés, con la excepción de Molloy, en cuya traducción le ayudó Patrick Bowles.
Es en este periodo en el que se aprecia con mayor claridad la influencia de su amigo y mentor James Joyce.
Así, «La oscuridad que amenazaba invadir la escena después de La última cinta, se convierte en luz radiante en Los días felices».
[120] En narrativa, lo más sobresaliente de Beckett durante este periodo fueron las ya mencionadas novelas Molloy (1951), Malone muere (1951) y El Innombrable (1953).
[124] Tras estas tres novelas, Beckett llevó a cabo durante años un trabajo en prosa continuado, lo que se evidencia en las historias breves recogidas en Textos para nada.
Después de esta obra, Beckett pasará casi una década sin aportar nada que no fuese dramático.
En estas tres obras llamadas de “espacio cerrado” Beckett desarrolla su ya mencionada preocupación por la memoria y sus efectos sobre el autoconfinado y autoobservado ego, así como con la propia posición de los cuerpos en el espacio, según se trasluce en las frases que abren Company:
Escritores como Václav Havel, John Banville, Aidan Higgins y Harold Pinter[134] han reconocido públicamente la deuda contraída con Beckett, aunque su influencia se ha extendido mucho más allá de estos autores, sobre todo en el campo del arte experimental, desde los años 50; desde la llamada Generación Beat, hasta los “happenings” de los 60 y época posterior.
Muchos compositores mayores del siglo XX, entre los que cabe mencionar a Morton Feldman, John Cage,[135] Luciano Berio, György Kurtág, Pascal Dusapin, Philip Glass y Heinz Holliger, han creado piezas musicales basadas en textos de Beckett.
[148] Klaus Birkenhauer, autor alemán de la biografía literaria Samuel Beckett, comenta los contenidos "antiburgueses" en la obra del irlandés: «La forma burguesa de la novela había resultado inservible, ya que había sido llenada con excesivos personajes antiburgueses que no se sujetaban a las reglas del juego».
Condujo durante muchos años un viejo Citroën 2CV; lo hacía con la cara totalmente pegada al parabrisas, debido a sus problemas de visión.
[155] Añade Ellmann: «Es posible que nadie haya descrito tan bien como Beckett las sensaciones y sentimientos de la enfermedad.
Sin embargo, «la desdicha se detalla con tanta minuciosidad, con ramificaciones tan numerosas y complejas que acaba por volverse divertida».
[162] El crítico estadounidense Harold Bloom, por su parte, afirma del irlandés: «Fue un ser humano tan bueno y decente como muy pocos escritores lo han sido.