El actor Cyril Cusack afirmó que la escritura de Happy Days, según el propio Beckett reconocería, fue sugerida por su mujer, Maureen Cusack, quien pidió al dramaturgo que escribiera una obra «alegre» después de La última cinta.
Al estrenarse en Londres Los días felices, hubo discrepancias acerca del texto y la producción.
Según Mª Antonia Rodríguez-Gago, traductora al castellano de la obra, su tema central es el deterioro físico y mental.
Otra característica llamativa, única en el teatro de Beckett, es que el personaje recurre constantemente a las citas literarias, las cuales aparecen distorsionadas, al presentarse en fragmentos mal recordados.
Proferido a veces con entusiasmo, otras apenas susurrado, ensordecedor, inaudible, rápido, lentísimo, el monólogo de Winnie acaba por capturar al espectador y sumirlo en un vértigo.
Este drama de Beckett, como los anteriores, ha sido juzgado por la crítica como una obra simbólica.
Una vez que le preguntaron «¿Quién es Godot?», Beckett repuso: «Si lo supiera, lo habría dicho en la obra».