Modernismo madrileño

La arquitectura modernista madrileña se define eclécticamente, no solo porque se amolda a las corrientes eclécticas que dominan en esos momentos el urbanismo de la ciudad,[3]​ sino también por la confluencia de modelos franceses, belgas, italianos, vieneses y catalanes.

Para los investigadores Óscar da Rocha Aranda y Ricardo Muñoz Fajardo, la arquitectura modernista madrileña se desarrolla a lo largo de tres etapas bien diferenciadas, que cubren los últimos años del siglo XIX y las dos primeras décadas del XX.

En los antiguos municipios de Canillas y Chamartín de la Rosa, Arturo Soria pone en marcha la Ciudad Lineal, donde se atisban apuntes modernistas en algunos chalés (como en Villa Rosario y Casita Blanca, que aún siguen en pie) y, sobre todo, en distintos recintos del desaparecido Parque de Diversiones (1906), como el Teatro Escuela, el bar o el restaurante.

[28]​ En este antiguo municipio, convertido en la actualidad en un distrito madrileño, se construye también la Estación Militar Radiográfica (1911).

En palabras de Pedro Navascués, esta corriente puede definirse como "un eclecticismo depurado y burgués", que rebaja el ímpetu vanguardista inicial por medio de soluciones más equilibradas y académicas,[32]​ que si bien, en algunos casos, se mantienen fieles a los postulados modernistas (como la Casa Gallardo), en otros éstos quedan reducidos a simples detalles decorativos (Edificio Metrópolis, Hotel Ritz, Hotel Palace, Casino Militar...).

Según Da Rocha y Muñoz, en este momento no solo disminuye la cantidad de construcciones modernistas, sino también su calidad arquitectónica.

Mientras que los dos primeros se encuentran actualmente en funcionamiento, tras haber sido rehabilitados y acondicionados, el tercero permanece cerrado desde 2007, en un delicado estado de conservación.

[53]​ Esta empresa desempeña un papel pionero en la introducción del modernismo en Madrid e incluso se anticipa al ámbito arquitectónico, como avala la decoración vitral que realiza para la antigua sede de la revista Blanco y Negro (en la actualidad Centro Comercial ABC Serrano).

Se trata de la vidriera más relevante del modernismo madrileño y, a escala española, solo tiene parangón con la citada obra barcelonesa.

[4]​ Otro taller especializado en vidriera artística es Lázaro, Lámperez y Cía., llamado así por los arquitectos Juan Bautista Lázaro y Vicente Lampérez, artífice de los vitrales del Panteón de Mateo López Sánchez, en la Necrópolis del Este.

Julián Montemayor(ceramista) En la forja del hierro el protagonismo recae sobre la Casa Asins, cuya significación es equiparable, según Pedro Navascués, a la que alcanza en Cataluña la Fundición Masriera.

[15]​ Otras disciplinas que tienen un desarrollo significativo en la capital son la pintura decorativa, con centros productivos como la Casa Watteler (véase la sección Pintura); los papeles pintados, con Del Río como principal referencia;[61]​ o la fabricación de muebles, con empresas como Amaré Hermanos, Lissárraga y Sobrinos[15]​ o Climent Hermanos.

No desarrollan una función creativa como tal, sino que se limitan a plasmar en moldes los diseños ideados por los propios arquitectos, para su vaciado en escayola, cemento o piedra artificial.

[74]​ Según Trenc Ballester, las corrientes modernistas aparecen por primera vez en las artes gráficas madrileñas en 1896, con las aportaciones del artista italiano Giuseppe Eugenio Chiorino a la revista Blanco y Negro.

Dos años después acuden a la capital Lluís Bonnín i Martí, Ramón Casas, Ricardo Marín Llovet y Javier Gosé, todos ellos representantes del modernismo catalán, para trabajar en la publicación Madrid Cómico.

Uno de ellos, Ricardo Marín Llovet, decide incluso establecerse en Madrid, donde interviene en diferentes semanarios y realiza las ilustraciones del libro modernista Hamlet y el cuerpo de Sarah Bernhard, que el escritor madrileño Gregorio Martínez Sierra saca a la luz en 1905.

[75]​ Pero es a partir de 1899 cuando se afianza el estilo, gracias la propia evolución gráfica de Blanco y Negro, que asume plenamente los principios modernistas tras incorporar en su plantilla a José Arija Saiz y Eulogio Varela Sartorio.

[81]​ Otros artistas radicados en la capital que se adscriben al modernismo en sus trabajos como ilustradores son Cecilio Plá, Adolfo Lozano Sidro, Ángel Díaz Huertas, Inocencio Medina Vera, Joaquín Xaudaró y Santiago Regidor, entre otros.

[13]​ También Juan Gris asimila este estilo durante su juventud, en sus distintas colaboraciones para las revistas Madrid Cómico, ¡Alegría!

Dentro de este apartado alcanza una especial relevancia la pintura decorativa, si bien perviven escasas muestras.

Pese a haber sido remodelado como centro comercial, este último edificio aún mantiene los trabajos pictóricos de José Arija Saiz, a quien también se deben las pinturas que adornan las sobrepuertas del Salón Real del Casino de Madrid.

Madrid no solo es el principal escenario donde se forja la literatura española modernista, sino que, a juicio de José Pedro Vizioso, la propia ciudad condiciona la configuración y trayectoria del movimiento, dadas sus conexiones con la bohemia capitalina.

Según este investigador, además de por la poesía hispanoamericana, el modernismo literario español está influenciado por el simbolismo francés, que, al materializarse en un discurso bohemio, no podría entenderse fuera del espacio urbano, en este caso, madrileño.

[15]​ Casi todos ellos participan, en marzo de 1901, en la fundación de la revista Electra, considerada la primera publicación modernista surgida en España en el ámbito literario,[96]​ en la que se aboga por un cambio en las artes, al tiempo que se critica abiertamente la sociedad, la política, el periodismo e, incluso, la religión.

Hotel-estudio de Félix de la Torre en la calle de Velázquez, ecléctico, con rasgos modernistas.
Alzado del Palacio Central de la Exposición de Industrias Madrileñas [1907).
«Octubre», en el Almanaque de 1900 , de Arija .
Ilustración de Giuseppe Eugenio Chiorino ("Gech") del mes de diciembre para el almanaque de 1900 de la revista Blanco y Negro
Ilustración de Juan Gris publicada por la revista ¡Alegría! el 1 de mayo de 1907.
Jardín de Aranjuez. Glorieta II (1907), de Santiago Rusiñol . Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (Madrid).
Número 1 de la revista Electra .
Edición modernista de la ópera Margot (1914). Gregorio Martínez Sierra no solo escribe el libreto, sino que también procede a su publicación, a través de la Editorial Renacimiento , de su propiedad. La música es de Joaquín Turina .