Se enamoró de una dama húngara, Isabelle von Pekovick, a la que hacen referencia sus versos.
Destacan los sonetos, en especial el titulado "Pereza", y poemas ya característicamente propios, como "El último juguete".
Se halla cerca del Simbolismo en poemas como "La guitarra" y "El elefante blanco".
Aparecen los paraísos artificiales, en obras como "Morfina"; la adicción a esta droga sirve para consideraciones morales poco convincentes.
De hondo pensar y muy íntimo sentir, su poesía posee una gran calidad formal.