Otro chascarrillo popular lo sugirió el Edificio de las Cariátides, esquina ya a Alcalá, sede bancaria y luego del Instituto Cervantes, que fue conocida por "la casa de ¡joder qué puerta!
",[6][7] expresión provocada por las antedichas cariátides, estatuas que, como centinelas, tenía a cada lado de la enorme puerta principal del edificio, en el chaflán que forma con la calle Alcalá.
En los números 5 y 7, estuvo el teatro Circo Paul, destruido por un incendio en 1888.
Otro comercio 'exquisito' fue La Villa Mouriscot, famosa repostería madrileña (llamada así en recuerdo de la quinta donde se citaron los reales novios Alfonso y Victoria Eugenia.
[16] No le faltaron al Barquillo los versos de populares habaneras y cuplés, como aquellos que hacían casi una crónica de esta calle, criticando que los políticos sucedieran a los cómicos en los escenarios: