Plaza de Santa Ana (Madrid)

Escogieron a esta santa como la titular del convento por tener el mismo nombre que Ana de Austria.

Santa Teresa era muy devota de san José y muchos conventos fundados por ella lo tienen como titular.

[5]​ La iglesia del monasterio se concluyó en 1611, contando con diez mil ducados donados por la reina Margarita de Austria.

No le gustó a los madrileños y mucho menos a los bares, tascas y cervecerías que se quedaron sin terrazas durante casi un cuarto de siglo.

[8]​ La obra para un aparcamiento subterráneo iniciada en 1967 acabó con «el último cedro que quedaba».

[17]​[18]​[5]​ La escultura más antigua, fue una estatua en bronce de Carlos V,[4]​ obra de León Leoni, concluida por su hijo Pompeyo, y titulada Carlos V y el Furor.

Se colocó coronando una gran fuente,[d]​ diseñada por Silvestre Pérez, que también ajardinó el recinto general de la plazuela.

Dos años después, cuando el rey Felón recuperó su trono, reclamó asimismo la estatua, capricho que, a priori, no le concedió el Consistorio madrileño argumentando que el monumento estaba “comprometido con el disfrute de la fuente y su adorno” por parte del pueblo de Madrid.

En el vacío que sobre la fuente dejó Carlos V y su Furor, se puso un monolito piramidal de piedra, estructura simbólica muy del gusto del ‘Rey Deseado’, y considerada por Pascual Madoz como ‘aguja’.

Hacia 1872 ya aparece documentada en la plaza la fuente del Cisne,[20]​ que antes había estado en el paseo de la Castellana.

[23]​ También decora la plaza una pequeña estatua del poeta granadino Federico García Lorca, obra de Julio López Hernández de 1986, que se instaló ante el Teatro Español diez años después (1996).

Azulejo con Santa Ana enseñando a la Virgen María
Plaza de Santa Ana en primer plano, plaza del Ángel en segundo plano y al fondo la antigua iglesia de San Sebastián , en una ilustración de Francisco Sancha en La Esfera (1927)
Teatro Español Madrid, en la calle del Príncipe, presidiendo la plaza de Santa Ana