[2] El objetivo final, aunque utópico quizás, era que las ciudades lineales como la diseñada por Soria para circunvalar la capital de España llegaran a unir de forma progresiva diferentes núcleos urbanos por medio de una avenida principal con parcelas urbanizadas a ambos costados.
Nacida de la observación y la voluntad de mejora de la convivencia humana,[4] Soria propuso una ciudad «planificada» antes que «improvisada»,[5] una urbe humanizada en la que la vivienda obrera no tuviera que estar limitada y condenada a sótanos, buhardillas o barriadas exclusivamente para obreros, en una hipócrita maniobra piadosa para alejarlos de la abundancia que solo podía generar desdicha, odio, enfermedad y miseria.
Ese eje que daría la oportunidad de nivelar el precio del suelo, distinguiendo dos niveles económicos marcados por proximidad a la vía de transporte.
Una solución para que el poderoso en su palacio y el pobre en su cabaña, llegaran a convivir en un espacio no vertical, es decir, «no superpuestos».
[1] Con estas ideas de Arturo Soria nació la Ciudad Lineal.
Finalmente, en 1928 se fundó en París la Asociación Internacional de Ciudades Lineales impulsada por Benoit-Levy.
[1] En la Unión Soviética el modelo fue adoptado y promovido por Nicolás Miliutín durante los años 1920.
En Sotsgorod, Milutin trasladaba a la ciudad el sistema funcional de la cadena de producción, proponiendo un trazado que planteaba en bandas paralelas los conceptos y servicios relativos al transporte, industria, zona verde, viviendas, parques y zona agrícola.