Arturo Soria

En ese periodo publica el folleto dedicado a su invento llamado Teodolito impresor-automático para mejorar la precisión en las mediciones angulares catastrales.

[10]​ En 1871 fue destinado a la Secretaría del Gobierno Superior Civil de Puerto Rico, donde su oposición a los criollos esclavistas y su gestión para la puesta en práctica de la nueva legislación sobre la abolición de la esclavitud en la que trabajaba Manuel Becerra, supusieron finalmente su forzada dimisión y retorno a España.

[9]​ Con el final de la Primera República española en 1874, abandonó la vida política (que no retomaría hasta dieciséis años después).

[c]​[11]​ El abandono del «sueño tranviario» (que nunca llegó a arraigar en la capital española tal y como Soria lo concibió), le llevó a desarrollar otro de los proyectos en los que ya llevaba trabajando: el teléfono.

[12]​[d]​[13]​[14]​ El proyecto se enfrentó primero a la lentitud burocrática y luego al recelo de que un individualista como Arturo Soria —y su conocida, inquebrantable y personal ideología— controlase un instrumento tan prometedoramente poderoso.

[15]​ No serviría de consuelo a nadie que los accidentes e imperfecciones que rodearon al intento de montaje del proyecto seleccionado acabaran provocando su modificación y finalmente su rechazo y olvido.

[2]​ Accionista y colaborador del diario El Progreso (portavoz del Partido Progresista-Democrático, de ideología republicana), Soria se desarrolló a partir de 1882 como articulista científico.

Finalmente dimite para dedicarse al proyecto de la Ciudad Lineal.

Con ese objetivo, en 1895, el propio Belmás impulsó lo que popularmente se llamaría Fiesta del Árbol,[2]​[h]​ una plantación invernal que en los tres primeros años repobló con más de 3000 árboles la zona.

[28]​ La primera fase, a modo de ensayo, estuvo urbanizada en 1911, si bien su resolución, explotación y total desarrollo quedarían demorados por falta de fondos mediada la segunda década del siglo xx.

[22]​ La ideología de Soria y su lema «en la Ciudad Lineal, a cada familia una casa, en cada casa una huerta y un jardín»,[l]​[34]​ prevista para alojar treinta mil habitantes a lo largo de ocho años, desparecieron con la muerte del promotor en 1920.

[38]​ Más tarde, en marzo de 1897, y para ocupar el vacío dejado por La Dictadura, se creó la revista La Ciudad Lineal que pasó luego a llamarse La Ciudad Lineal, revista de Higiene, Agricultura, Ingeniería y Urbanización; y aún durante la Guerra Civil, apareció La Voz de la Barriada.

[39]​ Su vertiente como teósofo, puede estudiarse en la colección de artículos publicados en la revista Sophia.

[41]​ Fallecido en 1920 a los 76 años de edad, la noticia fue recogida en veinte publicaciones.

Algunas de ellas reseñan que a su entierro acudieron unas dos mil personas y el féretro fue llevado a hombros desde la Ciudad Lineal hasta Ventas, y enterrado en el cementerio civil de Madrid.

Arturo Soria, en un retrato familiar probablemente realizado en “Villa Rubín”, [ 31 ] ​ hacia 1915.
Tumba de Arturo Soria en el Cementerio Civil de Madrid
Tumba de Arturo Soria en el cementerio civil de Madrid .
Estatua dedicada a Arturo Soria, situada en la calle que lleva su nombre en la primitiva Ciudad Lineal .