A los pies, se alza la torre cuadrada y rematada con almenas, que recuerda mucho a la atalaya del conjunto defensivo que hay detrás de ella.
En la parte baja del pueblo está la iglesia cuya fábrica, del siglo XVII, se levantó sobre otra románica de la que aún se conservan el ábside y magníficos restos de lienzos de los siglos XII-XIII, así como las dos ventanas románicas: una en un lado, otra en el ábside.
En su exterior destaca la portada del siglo XVII, bajo un arco románico.
Hacia mediados del siglo XIX, el lugar tenía una población de 525 habitantes.
Al recuperar la fortaleza Pedro IV la mandó destruir, aunque sólo se derribaría en parte.
Se aprecian en él tres recintos que están escalonados topográficmente.
Predomina el paisaje de ribera encuadrado entre escarpados rocosos poblados por buitres, águilas reales y otras rapaces.
En su parte central aparece representado, mediante tres caños, el rostro de una joven románica.