Calle del Marqués de Leganés

Narra la leyenda que algunas noches se oían en aquel lugar desgarradores gritos y lamentos.

Tal misterio lo relacionaron algunos con el asesinato cerca del portillo de Santo Domingo del comendador de la Orden de Alcántara, don Gonzalo del Pico (si bien en la relación de comendadores de esa orden militar no aparece ningún Pico, aunque sí varios Gonzalos), quien al parecer guardaba un tesoro en la referida mina abandonada.

Pero la aventura acabó mal al desplomarse parte de la instalación y quedar apresada la inocente en un inoportuno derrumbamiento de las galerías.

[2]​ Otros cronistas dan una versión más pícara y menos milagrera,[3]​ –y probablemente igual de falsa y peregrina– atribuyendo los espectrales lamentos a los hermanos de la niña y a una hermana de doña Munia, queriendo unos y otra, con ello, llamar la atención sobre su el paradero de la niña.

[4]​[5]​ Durante la segunda mitad del siglo XX esta calle perdida a un costado de la Gran Vía tuvo en la discoteca Morocco un insólito centro de reunión, donde se dio cita "lo más guapo del star-lumpen" de la noche madrileña de turno, desde Carmen Sevilla a Alaska, pasando por Lucía Bosé, que lo renombró como Talismán.

Cartel de azulejos en la calle del Marqués de Leganés (Madrid), con un retrato juvenil de Diego Felipe de Guzmán .
Vista de la calle del Marqués de Leganés.