Fue inmortalizado por pintores como Joaquín Sorolla, Hermen Anglada Camarasa, Ramón Casas o Julio Romero de Torres.
En la cultura tradicional del vestido femenino, el mantón de Manila se asocia a la mujer andaluza, la manola madrileña, el casticismo en la geografía universal de influencia hispana,[2] el flamenco y la elegancia de corte exótico.
El escritor canario Benito Pérez Galdós, en su novela Fortunata y Jacinta, hace una interesante exposición sobre la historia del mantón de Manila (según él creación del chino “Ayún”) y su relación con el comercio en la capital de España.
En su interior contenían a su vez otra caja de cartón entelado en la que se plegaba una única pieza.
Por lo general, el mantón de Manila, como ocurre con toquillas, manteos y chales, se lleva sobre los hombros, doblado en sentido diagonal formando un triángulo y sus dimensiones varían ligeramente pero siempre deberán cubrir la espalda, alcanzando los extremos la punta de los dedos de cada mano con los brazos abiertos perpendicularmente al tronco.
(responde SUSANA) A lucirme y a ver la verbena, Otro pasaje también muy popular es el coro de chulapos y chulapas que dice: