También existía el proyecto de construir la «Necrópolis del Oeste», aunque no llegó a realizarse.El proyecto tenía en cuenta la topografía del terreno, una loma con el punto más alto situado a 695 metros, para que la construcción resultara menos cara por el menor movimiento de tierras y para que se produjera, por razones higiénicas, una buena circulación de aire.En 1905 el arquitecto municipal Francisco García Nava se hizo cargo de las obras, dándole al complejo la apariencia que ha llegado a nuestros días.Dos años después, García Nava, teniendo en cuenta los planes de ampliación y el índice de mortandad, calculó que el cementerio tendría capacidad hasta el año 2000, aunque tan solo treinta años después ya tuvo que ampliarse.Tiene en el centro tres arcos de entrada, delimitados por columnas dobles terminadas en altos pináculos, y cubiertos por sendas cúpulas.A ambos lados continúa el pórtico con otros ocho arcos iguales, uno más con gruesas columnas y bóveda, otros cuatro que giran noventa grados el conjunto y sendos edificios de oficinas.Detrás del pórtico hay unos jardines y dos edificios más.La necrópolis tiene forma basilical, de cruz griega, con sus cuatro lados formados por otros tantos ábsides trilobulados inscritos a su vez en otros semicirculares exteriores.Solo el lóbulo central del ábside situado a los pies es cóncavo, diferente al resto, dejando así en su interior, frente a los jardines de entrada, espacio para la capilla de la necrópolis.[3] Durante la Guerra Civil hubo fusilamientos tanto militares como civiles en el entonces denominado Cementerio del Este, condenados por los tribunales populares de la República o sin juicio previo, a manos de fuerzas republicanas.Entre ellos cabe destacar a: En el siglo XXI se colocaron placas con los nombres de los republicanos represaliados, que poco después fueron retiradas por no estar claro si cumplían la Ley de Memoria Histórica.[4] El Crematorio del Cementerio de La Almudena se inauguró en 1973 y fue el primero en España.