Parte de su obra se encuentra en el museo que lleva su nombre.
Pasó su infancia y juventud en su pueblo natal, ayudando a sus padres, de condición muy humilde.
En el año 1880, con 17 años, se reúne con sus hermanos Jerónimo y Emilio en Talavera.
La muerte por esta enfermedad suponía, en aquella época, el aislamiento completo de la sociedad.
Juan tuvo que cuidar de sus hermanos hasta su última hora, para luego darles sepultura con sus propias manos.
Con 22 años se encuentra solo en Talavera, sin saber qué destino tomar, sufriendo la pérdida de sus mayores afectos y la discriminación que le suponía no ser hijo del pueblo para poder trabajar libremente en su oficio.
Pasó dos años de duros trabajos para poder liquidar los asuntos que dejaron sus hermanos al morir.
Dos años más tarde, en 1887 contrae matrimonio con Norberta Pérez Arroyo, natural de Talavera.
En julio de 1898 se casa en segundas nupcias con Francisca Arroyo Pinilla, prima carnal de su primera esposa, con la que tuvo diez hijos, Juan, Francisca, Salvador, Rafael, Antonio, María, Manuela y tres más que fallecieron a muy corta edad.
Se estrenó con las funciones de Cádiz y La Gran Vía que fueron un éxito clamoroso.
Le propuso formar un gran taller de decoración en Santander, del que la ciudad carecía.
Con motivo de estos trabajos, se inició una amistad con este personaje, cuya bondad y religiosidad causó en Juan una profunda huella que perduró el resto de sus días.
En 1905 traslada su gabinete fotográfico a la calle Mesones n.º 7 (antes Medellín) donde comercializa también artículos de pintura, molduras para cuadros, etc.
Los primeros azulejos, fueron prensados en una fábrica de baldosas hidráulicas y el barro molido a mano, hasta que se pudo comprar en el Rastro, un molino de café grande para hacer esta tarea y después uno mecánico, que facilitó mucho la labor.
El resultado de este viaje en lo comercial, pudo comprobar lo difícil que era justificar el elevado coste de la cerámica debido a las dificultades que conllevaba su fabricación, así como aceptar sus pocas dotes comerciales.
Tuvo que rechazar el apoyo del marqués y desistir de su viaje.
A los dos años de fundada la sociedad la situación era muy precaria debido a la escasez de medios y al mucho esfuerzo que esta requería, por lo que se temió su desaparición.
Todos ellos disponían de una posición económica desahogada y poca fe en la empresa.
Así pues le propusieron a Ruiz de Luna se quedase con el negocio dada la confianza que tenían en él, lo que sería su mejor garantía del cobro de la deuda contraída con ellos.
Varias ánforas y otros objetos para su majestad el Rey Alfonso XIII.
Ambas obras con una participación directa de Francisco Arroyo Santamaría como atestigua su firma al pie del trabajo.
Instaló talleres confortables, en los que se escuchaba música clásica y de zarzuela.
La excelencia de sus producciones dadas a conocer en las más importantes exposiciones de Europa y América donde obtuvieron los mayores galardones suficientes para que se extendiera su nombre y obra por todo el mundo.
Invirtiendo, en su implantación, sumas elevadas, creando numerosos puestos de trabajo.
En 1922 inaugura en Madrid la tienda-exposición de la calle Floridablanca n.º 3 que permanece abierta hasta 1933.
1936 Durante la Guerra Civil la fábrica sufrió los duros reveses de la contienda.
Se vieron afectados los talleres y el museo antiguo sufrió la pérdida irreparable de más doscientas piezas.
Algo así no mereció el estudio documentado que habían conseguido otras cerámicas como la de Paterna, la catalana, Sevilla, Manises y Alcora, si tuvieron un estudio riguroso y pormenorizado de ellas.
Recorrieron en su viejo coche bastantes lugares diseminados por las provincias de Ávila y Toledo pudiendo completar la documentación gráfica que tenía anteriormente.
Nuevas generaciones encauzaron también su vocación artística a través de la cerámica, sus nietos: Sus biznietos: