Pedro Jiménez de Castro

Su estilo poético está inmerso en el paso del siglo XIX al XX, marcado por el romanticismo heredado de esos años y sin verse afectado por las modas vanguardistas de la época.

Su larga estancia en aquel lugar explica la expresión de su amor a la Virgen y la intensa influencia religiosa en sus poemas, que allí inició desde muy joven; poesías llenas de amor e ingenuidad, como “La vara florida” (dedicado a San José).

LA VISIÓN DEL POETA”, que dedicó “A su majestad católica el rey Don Alfonso XIII” y que él mismo leyó ante su majestad, miembros del gobierno y cuerpo diplomático acreditado.

Al terminar, mereció del rey las siguientes palabras: “Castellano, poesía magníficamente escrita… pero muy mal leída”.

Y es que el humilde poeta, persona sencilla, vio traicionados sus nervios ante la magnificencia de aquel acto.

El monarca le regaló un plumín de oro, que aún su familia conserva.

Su estilo poético está inmerso en el paso del siglo XIX al XX, aunque no se ve afectado por las modas vanguardistas de la época.

[3]​ También destacan las composiciones a su amada Talavera de la Reina, siempre presente en las evocaciones de sus versos: paisaje, río Tajo, cerámica, monumentos, personajes ilustres…; que culminan con un capricho escénico que se compone de un prólogo, dos actos y un epílogo; obra teatral versificada que permanece hasta ahora inédita, titulada Era una noble señora.

Los diarios muestran su solidaridad con el poeta en tan duro trance: “Castro tiene muchos amigos.

Portada de la I Antología Poética de Pedro Jiménez de Castro, (editorial El desván de la memoria). [ 2 ]