En su guion de la película Raza (1942) aparece un episodio en el que se refleja este filosefardismo.[2] En sus discursos y declaraciones durante la guerra civil no utilizó ninguna expresión antisemita.Sin embargo los escritos más antisemitas de Franco son los artículos que con el seudónimo de Jakin Boor, que ya venía utilizando en sus colaboraciones para el diario falangista Arriba desde 1946, escribe para ese diario en 1949 y en 1950.[10] Dado que en España no había judíos –excepto unos pocos miles en el Protectorado- este "antisemitismo sin judíos" tenía una función esencialmente ideológica: identificar al bando republicano con los judíos, recurriendo a los viejos estereotipos antijudíos todavía presentes en la memoria popular –así algunos campesinos de Castilla creían que los rojos tenían rabo como se decía de los judíos-."El conjunto de esas fuerzas estaba a los órdenes del judaísmo, y su plan de sovietizar España se estaba realizando ya en el bando enemigo mediante atroces matanzas, la persecución religiosa y la revolución social que estalló al comenzar la guerra".En 1941 Carrero Blanco, futuro cerebro gris del régimen franquista, interpretaba así la Segunda Guerra Mundial y el papel de España en ella:[15]Según Joseph Pérez, "los actos del gobierno de Franco, desde una fecha muy temprana no se ajustan ni al antijudaísmo ni al antisemitismo, sino que aparecen conformes con el filosefardismo tal como lo concebía Primo de Rivera.Vemos, en efecto que, a pesar de los ataques verbales contra los judíos —las declaraciones ideológicas sobre el complot judeomasónico y la repetida aprobación del decreto de expulsión firmado en 1492 por los Reyes Católicos—, es aquella política, inaugurada en 1924, la que continúa".[16] Gonzalo Álvarez Chillida, por el contrario, considera al régimen franquista antisemita, aunque se trata de un antisemitismo "que hunde sus raíces en el viejo antijudaísmo cristiano y en la imagen castiza del judío, subyacente en la mentalidad y la cultura popular".También continuó con su labor el policía Mauricio Carlavilla, estrecho colaborador del antisemita general Mola.Y también Nazario S. López, "Nazarite", antiguo colaborador de la revista femenina antisemita Aspiraciones, que escribió Marxismo, judaísmo y masonería en el que aplaude la política nazi contra "la avalancha judaica" (sic); o el antiguo diputado integrista José María González de Echávarri que publicó Los Judíos en España y el Decreto de su expulsión.[18] Entre los nuevos "antisemitas de pluma" destacó el obispo de Tenerife, Albino González Menéndez-Reigada (Fray Albino), autor del Catecismo Patriótico Español que se usó en las escuelas y contó con varias ediciones.También se sumaron católicos, como Enrique Herrera Oria o Juan Segura Nieto, autor de ¡Alerta!...[31] En 1940 se decretó que para poder inscribir a un recién nacido en el Registro Civil tenía que haber sido bautizado, y todos los niños estaban obligados a estudiar el catecismo católico."Se pedía especial atención a los sefardíes, por su mayor facilidad para ocultar su origen y poder realizar así manejos perturbadores.Asimismo otras personas tuvieron problemas por estar relacionadas con judíos, como le ocurrió al poeta Jorge Guillén, casado con una hebrea, o al escritor filosefardí Cansinos Assens, en cuyo expediente constaba que "es judío, habiendo escrito varios libros y folletos en defensa del judaísmo.[37] El régimen franquista se alineó con las potencias del Eje durante los primeros años de la Segunda Guerra Mundial.[40] El régimen se ocupó de los judíos sefardíes residentes en Europa que tenían pasaporte español, aunque no todos poseían la plena nacionalidad.Sin embargo, el Ministerio de Asuntos Exteriores comunicó a los cónsules destacados en Francia que no se opusieran a la aplicación a los sefardíes de las leyes antisemitas aprobadas por el régimen de Vichy y por los nazis en la Francia ocupada, aunque los cónsules sí que intervenían cuando los judíos con pasaporte español eran detenidos, con resultado desigual.Ante esta dramática situación, el cuerpo diplomático español, en toda Europa, hicieron todo lo que estuvo en su alcance para aliviar la suerte de los judíos, fuesen sefardíes o no, con nacionalidad española o no.En Atenas el cónsul Sebastián Romero Radigales logró salvar en 1943 a unos quinientos sefardíes de Salónica de ser deportados a Auschwitz al afirmar ante las autoridades alemanas que eran súbditos españoles, aunque en realidad solo estaban registrados como protegidos.Además, por aquellas fechas, era demasiado tarde para que los judíos húngaros pudiesen ser trasladados a España.Según Álvarez Chillida, "el éxito de esta campaña fue tan grande que sus secuelas han llegado hasta la actualidad.[62] Tras la derrota de las potencias del Eje en la Segunda Guerra Mundial el régimen franquista se ve aislado internacionalmente.Respecto a la condena del régimen franquista por la ONU en 1946, Carrero Blanco se pregunta, en lo que parece una alusión velada al judaísmo y a la masonería, "¿Qué misteriosos poderes actúan en el seno de la ONU e inspiran tan extrañas reacciones?".[67] Cuando se pone fin al aislamiento del régimen gracias al viraje de Estados Unidos y del resto de potencias occidentales motivado por la guerra fría, el "discurso antisemita pierde cada vez más peso".En consecuencia "las referencias a las supuestas actividades del judaísmo desaparecen, siendo muy escasas las publicaciones que incumplen esta regla".[75] El papa Juan XXIII impulsó la renovación de las ideas católicas sobre el judaísmo —en 1959 puso fin a la referencia a la "perfidia judaica" en la liturgia del Viernes Santo-, lo que tuvo un inmediata repercusión en España.Año y medio antes el Concilio Vaticano II había aprobado la declaración Nostra aetate sobre la relación de los católicos con las religiones no cristianas, en la que se puso fin al antijudaísmo cristiano y se condenó el antisemitismo así como cualquier otra forma de odio racial o religioso.[83] Nacen nuevas editoriales de extrema derecha, como Acervo, y revistas como Juan Pérez y vuelven a publicarse los clásicos antisemitas —los Protocolos, El judío internacional de Ford— a los que se añaden los textos negacionistas del Holocausto, que es el nuevo tema de la literatura antisemita, como Derrota mundial del integrista mexicano Salvador Borrego.
Retrato de
Teresa de Jesús
(1614), a la que el general Franco tenía gran devoción. Se desconoce si Franco sabía que era de origen
judeoconverso
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