Filosefardismo

Los sefardíes acogieron a los españoles como libertadores; vieron en ellos algo así como unos compatriotas que podrían ayudarlos a salir de la miseria en la que muchos de ellos estaban hundidos", comenta Joseph Pérez.

Para apoyar la propuesta publicó artículos en la prensa que luego fueron recogidos en un libro titulado Intereses nacionales.

Los judíos españoles y el idioma castellano, al que le siguió otro publicado en 1905: Intereses de España.

Esta diferenciación es esencial "porque desde entonces se distinguirá en España entre los sefardíes y los demás judíos, llegándose a dar incluso la figura del filosefardí antisemita".

[16]​ El fruto más importante de este apoyo fue la concesión por el gobierno español a partir de 1916 del estatuto de protegido a los sefardíes, lo que significaba que podrían recurrir a los cónsules españoles en caso de sentirse amenazados para que defendieran sus derechos y podrían viajar con pasaporte español, aunque eso no significaba que se les concedía la ciudadanía española.

[16]​ Este, según Pérez, habría surgido entre los militares africanistas destinados en el Protectorado español de Marruecos que despreciaban a los "moros" y que por el contrario consideraban a los judíos sefardíes mucho mejor educados y medio españoles.

Por su parte el también diplomático José María Doussinague elaboró en 1930 un informe titulado Sefarditismo económico en el que afirmaba que los judíos sefardíes eran superiores a los askenazíes al tener mezclada su sangre con los castellanos y propugnaba utilizarlos como arma de penetración comercial en los Balcanes.

En su guion de la película Raza (1942) aparece un episodio en el que se refleja este filosefardismo.

[22]​ Según Álvarez Chillida, el filosefardismo derechista, no sólo se explica por el apoyo de los judíos del Protectorado de Marruecos a los españoles, sino también por el proyecto panhispanista impulsado por la Dictadura, resultado de la reacción nacionalista española al desastre del 98, y que engloba lo sefardí.

Uno de sus principales ideólogos fue el admirador del fascismo italiano Ernesto Giménez Caballero quien desde 1927 dirigía La Gaceta Literaria en la que aparecieron muchos artículos dedicados a los sefardíes, considerados plenamente "españoles" ya desde la Edad Media, y que gracias a su hispanismo constituían la aristocracia de los judíos.

"Su informe fue enormemente negativo, denunciando que la política filosefardí en la práctica era mínima, en alguna ocasión obstaculizada por las legaciones españolas.

Proponía, como siempre, desarrollar en los hechos el programa de Pulido: relaciones económicas, política cultural (muy especialmente) y nacionalizaciones".

Asimismo en su afán por resaltar las afinidades entre sefardíes y españoles rodó una película muda durante el viaje titulada Los judíos de patria española y en la que propugnaba la "Reconquista espiritual" de los expulsados en 1492.

Alejandro Lerroux, ministro de Estado, declaró que los judíos podrían venir libremente a España al haberse aprobado la libertad religiosa, lo que fue reiterado por el embajador en Berlín, el historiador Américo Castro.

[26]​ Según Joseph Pérez, "los actos del gobierno de Franco, desde una fecha muy temprana no se ajustan ni al antijudaísmo ni al antisemitismo, sino que aparecen conformes con el filosefardismo tal como lo concebía Primo de Rivera.

Vemos, en efecto que, a pesar de los ataques verbales contra los judíos las declaraciones ideológicas sobre el complot judeomasónico y la repetida aprobación del decreto de expulsión firmado en 1492 por los Reyes Católicos, es aquella política, inaugurada en 1924, la que continúa".

Así se ordenó a los cónsules de España en Alemania y en los países ocupados o satélites del Eje que no concedieran pasaportes o visados a los judíos que lo solicitaran excepto si eran súbditos españoles, porque "si bien es cierto que en España no existe ley de razas, el gobierno español no puede poner dificultades, aun en sus súbditos de origen judío, para evitar se sometan a medidas generales".

Ante esta dramática situación, el cuerpo diplomático español, en toda Europa, tuvo un comportamiento ejemplar; hizo todo lo que estuvo en su alcance para aliviar la suerte de los judíos, fuesen sefardíes o no, con nacionalidad española o no.

Los nombres de aquellos diplomáticos que, espontáneamente, a veces contra las instrucciones que recibían de su gobierno, hicieron cuanto estuvo en su poder para salvar a hombres y familias en peligro de muerte merecen pasar a la historia para que no caigan nunca en el olvido.

[30]​ Las primeras Cortes democráticas elegidas en junio de 1977 aprobaron al año siguiente una proposición de ley presentada por los socialistas catalanes por la que se concedía la nacionalidad española a todos los judíos sefardíes con sólo dos años de residencia, equiparándolos así a iberoamericanos, andorranos, filipinos, ecuatoguineanos y portugueses que tenían el mismo derecho.

La noticia causó un gran impacto entre la comunidad sefardí de Israel cuyos miembros colapsaron las oficinas consulares españolas de Jerusalén y Tel Aviv pidiendo información sobre las condiciones que debían reunir y los trámites que debían realizar para conseguir la nacionalidad.

Puerta de entrada del cementerio sefardí de Bucarest .
Busto del Doctor Pulido en Madrid (1954), por Miguel Blay .
Placa en memoria de Ángel Sanz-Briz en la pared de la Embajada de España en Budapest .